De Henry Dunant a Currin, el polémico (e infructuoso) papel de los mediadores internacionales
La figura que ahora han pactado el PSOE y Junts fue usada para intentar lograr el fin de ETA con resultados más bien discretos
David Guadilla
Jueves, 9 de noviembre 2023, 12:52
El PSOE ha terminado por aceptar cuatro años después lo que en 2019 rechazó y acabó por desembocar en la convocatoria de unas elecciones generales. ... Entonces fue ERC la que puso encima de la mesa la necesidad de una verificación internacional que vigilase el cumplimiento de los acuerdos para solventar «el conflicto catalán». Los socialistas se negaron porque, recalcaban, suponía dar legitimidad fuera de las fronteras españolas a un problema interno. Esquerra quitó el apoyo a Pedro Sánchez y se convocaron elecciones en abril, que luego se tuvieron que repetir en noviembre. Pero con Junts, y como dijo Sánchez, haciendo de «la necesidad virtud», todo es diferente. El acuerdo señala que ambos partidos «han acordado dotarse de un mecanismo entre ambas organizaciones, internacional, que tenga las funciones de acompañar, verificar, y realizar seguimientos de todo el proceso de negociación y de los acuerdos entre ambas formaciones a los que se llegue».
Los únicos antecedentes que hay en España de verificadores internacionales, al menos en los últimos años, tienen que ver con ETA y los diferentes procesos de paz. Y en todos los casos los resultados han sido más bien discretos. En las negociaciones que se abrieron con José Luis Rodríguez Zapatero en la Moncloa tuvo un papel relevante el centro Henry Dunant, ubicado en Suiza. Allí se celebraron las principales reuniones entre los socialistas, la izquierda abertzale y ETA. Se trata de una entidad de gran prestigio, que ha intercedido en diferentes conflictos y que está bien relacionada con el Gobierno noruego. De hecho, en esas negociaciones Oslo también jugó un papel relevante como mediador.
A partir de ahí, otros dos grupos que se pasearon por Euskadi con el objetivo de crear una pista de aterrizaje que facilitase a ETA dejar las armas fueron el Grupo Internacional de Contacto, liderado por el abogado sudafricano Brian Currin, y la Comisión Internacional de Verificación, de Ram Manikkalingam. Su éxito fue más bien escaso. El primero siempre fue visto por el PNV y el PSE con recelos por su sintonía con la izquierda abertzale; el segundo terminó distanciándose tras la entrega de las armas. En ambos casos, desde Moncloa nunca se les quiso dar protagonismo al considerar que ayudaban a defender la «internacionalización del conflicto» que siempre había defendido la izquierda abertzale.
La otra vía que siempre ha aparecido ha sido el Vaticano. En diferentes ocasiones, representantes del Gobierno y de ETA utilizaron la puerta eclesiástica para tratar de acercar posiciones. Hace unos días surgió el nombre del presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, pero casi de forma automática, el prelado negó que fuese a ejercer ese papel.
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