Cuando la 'makila' la pasan ellas

«¿Cuántas mujeres salisteis elegidas entonces?». La pregunta no la hace esta periodista. «Cuatro», responde Marisol a Leixuri. Cuatro alcaldesas y 224 alcaldes. «¿Y os conocisteis?», continúa la regidora de Gatika. «La verdad es que no. A la única a la que vi una vez fue a la de Elantxobe, a raíz de que se aprobara el Estatuto de Autonomía», evoca la que fuera su homóloga. La conversación entre ambas fluye. Leixuri Arrizabalaga, una de las regidoras más jóvenes de Euskadi –tiene 37 años–, no esconde su curiosidad por conocer cómo fue ser alcaldesa en el 79.

Acababa de caer el régimen franquista y se abría una nueva etapa. Varios vecinos de Moreda de Álava, un pequeño municipio de apenas 300 habitantes, se organizaron para presentar «una candidatura alternativa al continuismo que representaba UCD», relata Marisol Bujanda. Siete eran las concejalías en liza. Lograron sacar cinco. «Lo curioso es que yo era la única mujer de la lista y ellos decidieron que la encabezara. Yo tenía claro que empezar a entrar en las instituciones y ocupar cargos de relevancia iba a servir para trabajar en favor de la igualdad. Siempre he pensado que me metí en política por ser mujer», comparte Marisol, que ejerció de regidora durante una legislatura. Tenía solo 24 años. «La edad de quienes dimos el paso en aquel momento es mucho más baja que ahora», apunta. «Quizás se buscaba a personas más formadas y entonces eran los jóvenes quienes cumplían ese perfil», interviene Leixuri Arrizabalaga. «Formada y más comprometida con las nuevas ideas políticas», añade Bujanda, que estudió Económicas en la Universidad de Sarriko.

Moreda de Álava es, aunque desconocido, un ejemplo de paridad. En diez legislaturas ha tenido cinco alcaldesas y cinco alcaldes. En la actualidad el municipio está en manos de una mujer. En el 79 «el objetivo era lograr la democracia. Y la igualdad está muy ligada a ella», considera Marisol. Reconoce haberse topado con «compañeros machistas», pero subraya: «Nunca me he sentido inferior y siempre he tirado para adelante».

– ¿Cómo vivió ser una de las primeras alcaldesas vascas? No por ser mujer, sino como alcaldesa.

– No había nada. El local en el que estábamos era penoso y los recursos daban para poco más que para pagar los gastos del Ayuntamiento –no cobraban sueldo por cargo público–. Recuerdo sentir decepción. Queríamos hacer tantas cosas y luego... Los ayuntamientos trabajaban con subvenciones, pero nosotros al ser una agrupación independiente lo teníamos muy complicado. A principios de los ochenta también hubo una crisis económica importante y el IVA no existió hasta el 86. Recuerdo que solo pudimos hacer una obra importante, que fue la red de saneamiento. Había mucha ilusión, pero estábamos muy solos. ¿Cómo lo compensamos? Con un trato muy cercano. Incluso solucionando problemas, digamos, personales.

«Hoy en día también nos toca solucionar algún que otro problema personal», reconoce Leixuri. «Pero estamos más acompañados. Está Eudel, las mancomunidades, las diputaciones...», enumera.

– ¿Se imagina siendo alcaldesa hace cuarenta años?

– Yo creo que me habría animado, pero tuvo que ser una aventura. No saber a qué puerta llamar...

Leixuri Arrizabalaga se metió de lleno en política con 2003. Tenía 21 años y militaba en el PNV. «Tanto mi familia como yo siempre hemos sido muy activos en Gatika en cuanto a iniciativas culturales. Una tarde vinieron a casa y me propusieron ir en la lista del partido», revela. Fue elegida concejala –primero en la oposición y luego ya como equipo de gobierno–. Hasta que en 2015 se convirtió en la primera mujer en ostentar la 'makila' de su municipio –en la actualidad también es parlamentaria–. «Al ser un pueblo pequeño y rural, pensé que alguien podría tener algún comentario fuera de lugar, pero al revés», se congratula. Es una de las 69 alcaldesas que existen a día de hoy en los 251 municipios de Euskadi.

Leixuri se siente especialmente orgullosa de haber sacado adelante en esta legislatura el primer plan de Igualdad del Ayuntamiento de Gatika. Es consciente, como también lo es Marisol, de que «se ha avanzado mucho», pero hay dos palabras que ambas sacan a colación: maternidad y conciliación. Bujanda tuvo a su hija a los cuarenta. «Si la hubiese tenido antes, no habría podido tener la misma trayectoria profesional –dejó el Ayuntamiento tras obtener plaza en la Diputación de Bizkaia–», asume. Arrizabalaga se quedó embarazada de mellizos a mitad de la legislatura. «Di a luz un 31 de mayo y estaba presidiendo el pleno de julio. Los meses de maternidad se los cogió mi pareja», comparte.

Alcaldesa y exalcaldesa conversan sobre el número de consejeras del Gobierno vasco –superior al de consejeros–, sobre las carteras que asumen ahora las mujeres y sobre iniciativas municipales como las colonias de verano para niños. «Queda aún mucho por hacer», reconocen. Ambas miran al futuro con optimismo. «Mis sobrinas están orgullosas de que su izeko sea alcaldesa. Hay que hacerles ver que ellas pueden ser lo que quieran. Crear referentes es importante», apostilla Leixuri. A su lado, Marisol asiente con la cabeza.