«Los cuarteles eran guetos necesarios porque se nos odiaba y mataba»
El exguardia civil Juan José Mateos narra en 'Pikoletos' la lucha contra ETA del cuerpo de élite del instituto armado
Juan José Mateos quería leer la historia de la lucha contra ETA desde la experiencia de alguien que hubiera combatido en primera línea. Como no ... lo encontró, este antiguo miembro del Grupo Antiterrorista Rural (GAR) de la Guardia Civil decidió recurrir a sus meticulosos diarios, recabar datos y entrevistarse con compañeros, para abordar esa etapa desde la perspectiva del instituto armado. Tras 'Los verdugos voluntarios', llega 'Pikoletos' (Arzalia Ediciones), un retrato de ese periodo. Según sus palabras, el cuerpo de élite llegó en 1980 a un entorno incapaz, hasta entonces, de enfrentarse al problema. «Los cuarteles eran guetos necesarios porque los etarras no te daban oportunidad, no sólo por medios sino también por su crueldad», explica. «Eran hombres con tricornio, capa y máuser, asesinados por la espalda. Se nos odiaba y mataba».
Este salmantino arribó al País Vasco a finales de los años noventa, pero ya marcado por un atentado. «Participaba en la evacuación del aeropuerto de Reus cuando estalló una bomba antes de la hora anunciada», recuerda y confiesa que no podrá olvidar a las personas con metralla incrustada y miembros amputados. «La chica que iba conmigo falleció. En aquella época no recibíamos asistencia psicológica. Eso llegó mucho después».
El rol activo y especializado del GAR fue decisivo en el combate contra el terrorismo, y esa participación no se ha contado, según explica. «Era imposible patrullar por pueblos y campos, porque no salías vivo, y nosotros pudimos hacerlo», alega, y señala que la creación de una base de datos constituyó su gran aportación. «Recorrimos el País Vasco palmo a palmo».
Su respuesta a los ataques también difería de la anterior. «Los comandos llegaban y tiroteaban sin ser repelidos, hasta que comprendieron que con los hombres de boina verde y fusil era diferente, que ellos te detenían o te abatían, porque éramos individuos formados y con iniciativa». La renovación de los medios resultó muy posterior. «Se produjo en los últimos tiempos, cuando ETA estaba ya muy debilitada, con la caída de la cúpula de Bidart y la cumbre de las Azores», indica. «En ese contexto recibimos tecnología punta».
Algunas funciones de este equipo especial se antojan más curiosas. «Hacíamos cercos en los cuarteles para que pudieran jugar los niños en el patio», explica. «Hay que recordar que prácticamente todos fueron atacados y que había mucho miedo». Pero no era tan sencillo luchar contra la exclusión. «No te vendían pan ni nos servían en los bares, íbamos treinta a comer a una sidrería y nos decían que no volviéramos, que les iban a quemar el garito», lamenta. «Incluso muchos sacerdotes no oficiaban sepelios de nuestras víctimas, no lo invento, es un hecho».
«Íbamos treinta a comer a una sidrería y nos decían que no volviéramos, que les quemaban el garito»
Mateos sufre las secuelas de una bomba que estalló cuando evacuaba el aeropuerto de Reus
Punta de lanza
Mateos no niega las sombras. «El GAR era la punta de lanza, los que reventábamos las puertas y nos enfrentábamos, y nunca nos han procesado». Señala que no se puede demonizar al cuartel donostiarra de Intxaurrondo por los errores del general Enrique Rodríguez Galindo. «Fue un referente hasta que cruzó la línea y fue condenado», aduce. «No se puede criminalizar un bastión y a toda una institución por la acción de dos personas. El honor es nuestra principal divisa y nos sometemos al Estado de Derecho. Lo que ocurre es que ETA denunciaba sistemáticamente, pintaba las paredes, y al final, esa acusación sin fundamento cala y se la creen hasta en Sevilla».
La Guardia Civil ha desaparecido prácticamente de nuestro paisaje cotidiano tras una drástica reducción del número de cuarteles. «El PNV siempre ha sido la llave de gobierno y pide competencias», arguye el autor, radicado en Irún y ya fuera de servicio tras varias operaciones y secuelas neurológicas y auditivas derivadas del atentado. «Sé que si pudieran nos quitarían de aquí, pero se trataría de un abuso porque carecen de competencias como el mar territorial, grandes delitos o servicios de frontera. Sí, está la Policía autonómica, que cobra más, pero eso es otra cosa, un negocio político».
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