¿Dónde está el centro?

Martes, 4 de noviembre 2025, 00:11

En un lunes (otro) 'horribilis' en la política española (semidimisión de Mazón, juicio al fiscal general y otras cosas del montón), el Gobierno vasco presenta ... su proyecto presupuestario con la legítima aspiración de que las nueces sean muchas y los ruidos pocos en el debate que se avecina en torno a su validación en el Parlamento vasco. Suele entenderse que la previsibilidad de una aprobación asegurada de antemano aporta estabilidad y es síntoma de tener el juego de mayorías bajo control.

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Hablaba también Lander Martínez, miembro destacado de una de las siglas que la semana pasada refutaron esa aritmética a cuenta del centro de refugiados de Arana (EH Bildu, PSE, Sumar), que la CAV tiene un Parlamento con mayorías progresistas. Siendo esto así, interpelaba al PSE acerca del sentido de la perdurabilidad de sus pactos estratégicos con el PNV.

Aitor Esteban, por su parte, reivindica con entusiasmo su posición de «centro» al mismo tiempo que desliza un temario securitario que pretende polarizar con su ya antagonista declarado (en estos asuntos) EH Bildu. Los hechos parecen confirmarlo, puesto que su formación es capaz de pactar, dependiendo de la circunstancia y el lugar, con todo el arco político, tal como hemos comprobado en las negociaciones de la elección del Ararteko. También Andueza ha afirmado que la «centralidad» es suya, porque es capaz de acordar «con todos».

Pero el centro es ese lugar codiciado que solo es posible delimitar en claves relativas y contingentes. Cuando hablamos de la existencia de un «centro» en la política vasca, definimos un carácter sistémico de las relaciones entre los partidos principales de la CAV. A diferencia de la mayoría de los sistemas de partidos occidentales (véanse las últimas encuestas electorales de Alemania o compruébese el colapso de la quinta república francesa), la despolarización vivida los últimos 15 años en nuestra realidad ha propiciado una competición centrista de nuestros actores políticos en busca de victorias electorales y posteriores acuerdos a varias bandas.

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¿Durará? Recientes elecciones como las de Holanda o Irlanda sugieren que la victoria reaccionaria continental no es una fatalidad inevitable. La supuesta recuperación de Sánchez también. Otegi acertaba este fin de semana al señalar que la fórmula era la consolidación de amplias mayorías para evitar lo peor. Más allá de las escenificaciones y rivalidades, todo indica que la política vasca está por esa labor.

Este es el centro factual, aquí y ahora. Tiene que ver con los intereses y necesidades de los partidos, con el producto de sus interacciones y, por encima de todo, tiene que ver con el sentido común del electorado que lo valida o lo refuta soberanamente. Un sentido común, tengámoslo presente, sujeto a las innumerables contingencias que lo moldearán ineludiblemente. Puede que, por eso, sea mucho más útil generar condiciones para que ese sentido común no involucione que tener que cambiar de posición y discurso para seguir reivindicándose como «el verdadero centro».

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