El Gobierno de Sánchez entra en la UCI
15 días de estado de alarma. La gestión de una crisis sin precedentes, que ha costado casi 6.000 vidas y está destrozando la economía, ha llevado al límite al Ejecutivo, muy cuestionado por sus decisionesy presionado sin compasión por la oposición
Cuando Pedro Sánchez publicó su 'Manual de Resistencia' hace apenas un año, jamás imaginó que uno de los capítulos, el más amargo y duro, llevaría ... por nombre 'Coronavirus'. Dada su juventud y ambición desmedida, aquel manual biográfico era un punto y seguido donde el siguiente folio en blanco debía titularse 'El primer Gobierno de coalición progresista de España'. Un Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos que, paradójicamente, nunca observó con buenos ojos y que ahora, cuando apenas tiene 77 días de vida, ha visto cómo la legislatura ha estallado en mil pedazos. Los Presupuestos, de llegar, serán «de guerra»; sus socios independentistas arrastran los pies a golpe de abstención, y el principal partido de la oposición, el PP, ha tocado a rebato acusándole de «abandonar a su suerte al personal médico» -suman el 15% de los infectados- y responsabilizándole del elevado número de muertes por haber reaccionado «tarde y mal». La tormenta perfecta se parecía mucho a esto.
El talón de Aquiles ya no se llama Cataluña (esa crisis parece ahora un juego de niños), sino Covid-19, un virus que ha llevado al Gobierno a la UCI acorralado por las duras críticas que está recibiendo por su gestión de la emergencia, con los medios internacionales señalando de nuevo a España. El fiasco que ha supuesto la compra de test defectuosos a una firma china sin licencia ha puesto al Ejecutivo contra las cuerdas cuando el país entra hoy en su primera prórroga del estado de alarma tras quince días en los que Sánchez se ha convertido en el comandante en jefe. Él manda, ergo, él asume toda la responsabilidad.
Anunciar el estado de alarma con 48 horas de antelación provocó un éxodo de personas que propagaron el virus
estado de alarma
«Está siendo muy duro, pero Pedro está fuerte. Que no le subestimen. Siempre ha sido el gran error de sus enemigos», aseguran fuentes socialistas. La directriz de Moncloa y Ferraz es clara. «Dedicarnos a la gestión pura y duda. No vamos a entrar en polémicas políticas estériles que minen la moral de la gente y sólo generan ruido. No nos van a encontrar. Pero el presidente está tomando nota y contestará a su debido tiempo, que nadie lo dude», asegura un alto cargo gubernamental.
Desde el PSOE se critica con dureza la «deslealtad» del PP, que ni olvida ni perdona las campañas de la izquierda en crisis como las del 11-M, el 'Prestige' o la del ébola. «Nos montaron 25 manifestaciones por sacrificar el perro de una mujer contagiada de ébola y la mujer se salvó. ¿Se imaginan qué deberíamos hacer ahora nosotros? Pero no, nosotros no utilizamos las desgracias para medrar. No somos como ustedes», disparó Pablo Casado tras avalar la prórroga del estado de alarma el jueves de madrugada en el Congreso. «Lo hacemos por lealtad y sentido de Estado, pero lealtad no significa sumisión», zanjó.
El vicepresidente Iglesias se ha saltado dos veces la cuarentena para salir en los medios cuando la gente está confinada
contradicción
Se reaccionó tarde
El principal error, incluso asumido desde las filas socialistas, es que se reaccionó tarde, que aquellas manifestaciones del 8-M, el congreso de Vox o el viaje de los aficionados del Valencia a Milán pudieron haberse evitado. Y qué decir de la comparecencia en Moncloa del 13 de marzo anunciando un estado de alarma que no entraría en vigor hasta el día 15. Un margen de 48 horas que hizo que miles de personas se echaran a la carretera hacia sus segundas residencias al grito de 'sálvese quien pueda' para no quedar confinados en casa. Un éxodo que propagó el virus a velocidad de vértigo.
«Es así, se pudieron hacer las cosas antes y mejor, pero ahora es fácil decirlo. Nadie se esperaba esto. No hay más que ver lo que está pasando en todos los países europeos», aseguran las fuentes consultadas. Ahora todas las críticas están dirigidas al Ejecutivo porque, con el estado de alarma, ha centralizado las compras de material sanitario. «Cierto, ¿pero quién tenía la competencia hace dos meses, cuando estalló la crisis en China? ¿Y cuando estalló en Italia? ¿Se abastecieron correctamente las comunidades autónomas? Todos deberían mirarse a su propio espejo», apostillan estos mismos medios.
«¿Cuánto material compraron las autonomías cuando estalló la crisisen China? La falta de previsión ha sido general», se defiende el Gobierno
el frente autonómico
La batalla económica
Sánchez habla a través de su mandíbula. Cuando vienen mal dadas, la aprieta hasta límites insospechados evocando su manual de resistencia. Cuando concede esa foto, como ocurrió con la reciente investidura fallida, está advirtiendo de que no va a ceder, que tiene muy clara cuál es su hoja de ruta. Es lo que venía ocurriendo en el capítulo económico, donde se resistía con uñas y dientes a parar por completo la actividad empresarial sabedor de que la crisis del Covid-19 pasará relativamente pronto, pero los daños laborales que va a causar pueden ser dramáticos. Sin embargo, aprovechando la llegada de la Semana Santa, el presidente anunció ayer que parará la actividad de aquellos sectores «no esenciales».
Una medida drástica, de enorme simbolismo, que hoy será aprobada en otro Consejo de Ministros extraordinario. Una medida, además, que ha caído como un mazazo en el mundo empresarial y en comunidades autonómas como Euskadi, donde el PNV había hecho bandera para evitar que se produza el temido «coma económico». «Sería catastrófico», advirtió el lehendakari Urkullu, que hoy volverá a recriminar a Sánchez en la conferencia de presidentes autonómicos que las formas, el hecho de enterarse de decisiones tan graves en comparecencias de prensa sorpresa, no es la mejor vía de relacionarse entre administraciones.
El PP ha tocado a rebato con durísimas críticas a Sánchez acusándole de «abandonar a su suerte al personal médico»
la oposición, fin de la tregua
Paternalismo y cuarentena
Más allá de la economía, el Covid-19 está golpeando muy duro al Gobierno, donde la vicepresidenta Carmen Calvo y las ministras Irene Montero y Carolina Darias han dado positivo. La situación obligó al vicepresidente Pablo Iglesias a una cuarentena forzosa, que rompió en dos ocasiones para salir ante los medios y recordar que Unidas Podemos también forma parte del Ejecutivo después de quedarse fuera del sanedrín de ministros socialistas que gestionan el estado de alarma. La gente vio sus intervenciones confinada en sus hogares, muchos de ellos bajo la prohibición expresa de salir a la calle por estar en cuarentena.
El PNV, hasta hoy, se erige en el único sostén sólido de Sánchez; el resto de socios independentistas critican y se limitan a abstenerse
equilibrios políticos
En lo referido a Sánchez, otro de sus momentos más criticados fue el inesperado discurso dirigido a la nación la noche del 21 de marzo, que en realidad buscaba advertir a la población de que «lo peor está por llegar», algo que puede decirse en tres minutos pero que se prolongó durante tres cuartos de hora hablando de un sinfín de datos técnicos. «Se equivocó. La gente no está para paternalismos. La gente no quiere saber cuántos kilómetros de fibra óptica tenemos, sino cuándo tendremos más mascarillas y respiradores», confiesa un destacado exdirigente socialista. Pese a todo, defiende su gestión «en un momento inédito en democracia».
El Gobierno de Sánchez, con apenas 77 días de vida, ha entrado en la UCI, un temido lugar del que uno sale más fuerte que nunca... o no lo cuenta.
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