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El Gobierno «condena» por primera vez y «sin paliativos» el bombardeo de Gernika
El Ejecutivo evita pedir «perdón» como exigía el PNV porque la «barbarie» no la causó «el Estado, sino golpistas»
Las sirenas antiaéreas volvieron a sonar ayer a las cuatro menos cuarto de la tarde. Machaconas y aterradoras. A la misma hora en la que las bombas de la Legión Cóndor y la Aviazione Legionari empezaron a arrasar Gernika aquel 26 de abril de 1937. El 85 aniversario del bombardeo mantuvo la solemnidad y la emotividad de siempre, y recordó con especial fraternidad al pueblo ucraniano, cuya devastación recuerda la crueldad que redujo a escombros la villa foral. «Es lo mismo, pero ahora las imágenes del horror son en color», comparaba José. 96 años a sus espaldas. Gerniqués. Superviviente.
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Las semanas previas a la conmemoración del bombardeo habían otorgado a la fecha un inusual barniz político que culminó ayer con la batería de gestos inéditos que protagonizo el Gobierno central. Pedro Sánchez no fue ayer tan lejos como le exigían el lehendakari y el PNV, que anhelan un acto de «desagravio» del Estado al pueblo de Gernika en nombre del franquismo y una petición expresa de «perdón». Pero sí dio un histórico paso adelante al «condenar sin paliativos» el ataque con una declaración institucional aprobada por el Consejo de Ministros. Ningún Ejecutivo español había ofrecido un mensaje de ese tipo desde la restauración de la democracia.
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No fue el único gesto del día. El propio Sánchez, a través de sus redes sociales, evocó el bombardeo como «uno de los episodios más cruentos de la Guerra Civil». Recordarlo, dijo, «es imprescindible para seguir construyendo una sociedad democrática y en paz». El tuit incluía también un vídeo con imágenes de una Gernika reducida a escombros por el ataque en el que Félix Bolaños, señaló a la villa foral como icono «del horror» y como «parte fundamental de la memoria vasca, española y europea». Fue el propio el ministro de la Presidencia y Memoria Democrática el que horas después explicaba en el Senado el motivo por el que Moncloa no ve pertinente realizar esa petición de perdón. Porque la «barbarie» no fue cometida por «el Estado», cuyo representante legítimo era el Gobierno republicano, sino por «golpistas».
El último gesto fue presencial. Bolaños envió a Gernika a su 'número dos', el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, para participar en la ofrenda floral y el responso celebrados en el cementerio de la villa. Por primera vez un miembro del Ejecutivo participaba en los actos. Tradicionalmente ese papel lo venía asumiendo el delegado del Gobierno en Euskadi, que en esta ocasión también estuvo presente. El motivo por el que Moncloa evita una petición de perdón
Más de una veintena de ramos se depositaron a las puertas del columbario que recuerda a los muertos. Hubo lágrimas, rezos y otro sonido desgarrador: el repicar de la campana de la iglesia de San Juan, recuperada entre las ruinas del bombardeo, que quedó reubicada en el camposanto. El acto lo presidió el lehendakari junto al agregado de la embajada de Ucrania en Madrid, Sergii Solovey. Hubo representación de todas las instituciones y todos los partidos vascos, excepto Vox.
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La carta de Herzog
El movimiento de Sánchez, en todo caso, ha conseguido atemperar los ánimos en el sector nacionalista del Gobierno vasco y en el PNV. Hace un par de años que la reclamación prioritaria de Lakua respecto a Gernika ha evolucionado de lo cultural -que el cuadro de Picasso sea trasladado a Euskadi- a lo político. El lehendakari hizo pública hace unos meses la carta que le había remitido al presidente del Gobierno pidiéndole un acto de desagravio similar al que realizó en 1997 el entonces presidente de Alemania, Roman Herzog, que pidió perdón a los habitantes de Gernika por el ataque de la Legión Condor. Urkullu calificó ayer de «positivo» el paso dado por el Gobierno.
Aun así, la discrepancia fue evidente ayer en la declaración institucional aprobada por el Gobierno vasco que comparten PNV y PSE-EE. El texto recuerda y condena los bombardeos sufridos por una treintena de municipios vascos durante la Guerra Civil y pide el fin de la invasión de Ucrania, pero orilla la reclamación de «desagravio» en la que insisten los nacionalistas.
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