Urgente Un accidente en Ugao-Miraballes obliga a cortar la BI-625
EFE

Empezar de cero

Mariano Rajoy se había recreado tanto en la suerte después de haber aprobado los Presupuestos, con Ciudadanos y el PNV entre otros, que ni siquiera presionó al PNV ante la moción de censura de Pedro Sánchez. Su parsimonia fue tal que un alto dirigente nacionalista me confesó que se estaba portando «como un señor, sin presionar». Pero más que elegancia política, lo que reflejaba esa actitud era una confianza ciega en que sus socios presupuestarios no le iban a abandonar. No contaba con que el PNV iba a aprovecharse de su debilidad para radicalizar sus posiciones. No llegó a imaginar que se cambiaría de bando a pesar de que esa apuesta le suponga al Gobierno minoritario de Urkullu perder el apoyo del PP en la Cámara de Vitoria.

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Quizás cuando haya sentencia definitiva sobre el gran fraude de los ERE de Andalucía, o cuando los convergentes catalanes, con sus sedes embargadas, rindan cuentas sobre las comisiones del 3% y las trampas de la familia Pujol queden aclaradas (así como el 'caso De Miguel' en Euskadi) se pueda pasar página sobre la corrupción en este país. Pero lo que ha quedado demostrado es que la sentencia de Gürtel ha conseguido derribar a un Rajoy que no supo ver el tsunami que se le avecinaba.

Y Pedro Sánchez, sin elecciones y sin investidura, sin urnas y sin ser siquiera diputado, ha conseguido ser presidente del Gobierno por una carambola parlamentaria. El exceso de confianza de Rajoy, un cambio de aliados por parte del PNV, la confluencia de intereses de populistas y secesionistas acaba de situar al líder del PSOE en La Moncloa sin que sepamos aún cuáles son las contrapartidas que va a conceder a los socios de la segunda parte de la legislatura. Con 84 escaños (de 350) y rehén de quienes le han dado su voto en el Congreso, tendrá que empezar de cero. Salvo en la aplicación de los Presupuestos de Rajoy. Tiene que aceptar la herencia; es decir: unas Cuentas de derechas, por exigencia del guión. Unos Presupuestos de los que renegó pero que tendrá que funcionar con ellos porque el PNV, de otra forma, no le habría apoyado. Sus aliados aguardan sus movimientos. La oposición (169 diputados más uno de Coalición Canaria) espera conocer su programa. Más allá del mantra del diálogo.

«Vamos a ver, Pedro ¿sabes qué es una nación?» le espetó su compañero Patxi López en pleno debate de las primarias del PSOE. Y cuando el aludido respondió «por supuesto» López quiso profundizar. Y le volvió a emplazar: «¿Sí? ¿qué es?». Y el vasco terminó dándole una clase teórica para que no se confundiera. Ha pasado ya un año de eso. Seguramente Sánchez ya habrá aprendido a distinguir entre la nación cultural y la nación política. Más le vale ahora que en el Parlamento vasco se está debatiendo el nuevo Estatuto y el PSE se está resistiendo a aceptar el 'derecho a decidir'. Ahora que Iglesias quiere «naciones para todos», ¿cómo piensa engrasar su compromiso a hacer cumplir la Constitución con las exigencias de los partidos que reclaman el derecho a decidir además de mostrar su interés por desactivar los consensos del «régimen» del 78?

¿Acercará a los presos de ETA? Y a los independentistas catalanes encarcelados, ¿les aplicará el indulto que solicitaba su compañero Iceta en pleno efluvio de campaña electoral?

El PNV dice que decidió apoyar a Sánchez al percatarse de que Rajoy ya no aseguraba la estabilidad. ¿El Gobierno más minoritario de la historia de la democracia española puede dar esa garantía?

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