El 'todo o nada' de Junts
En esta 'Semana Fantástica' del mercado de las oportunidades en la que Pedro Sánchez ha decidido convertir los últimos días de julio para tener a ... sus socios contentos y garantizar así su supervivencia política a la vuelta del verano, el presidente aprieta el acelerador concediéndoles a estos lo que ningún otro Gobierno se atrevió a cederles antes: financiación «singular» para Cataluña y Seguridad Social para Euskadi, consciente de que el pleno desarrollo de tales reformas abrirá un complejo y controvertido proceso legislativo que se prolongará más allá de esta legislatura. Pero ni aun así llueve siempre a gusto de todos.
Mientras Pedro Sánchez y Oriol Junqueras se felicitan por el acuerdo alcanzado en la Comisión Bilateral Estado-Generalitat, Junts no ha tardado en darle un sonoro portazo. Aunque, en su caso, el rechazo no obedezca a las mismas razones de quienes lo consideran un pacto «oportunista e insolidario» con el resto de comunidades del régimen común que han puesto el grito en el cielo. Responde a su rivalidad con ERC en la disputa por el espacio independentista y a su creciente desconfianza hacia el presidente del Gobierno, a quien ya tienen calado que es «de mucho ofrecer y de poco cumplir» por otras promesas anteriores, como la oficialidad del catalán en la UE o la cesión de las políticas migratorias, que nacieron de la misma urgencia de hacer «de la necesidad virtud» y siguen sin materializarse.
No hay duda de que el pacto, que incluye la cesión progresiva del IRPF a partir de 2026 y la ampliación de la Agencia Tributaria Catalana, es para los de Esquerra un valioso trofeo político a exhibir tras años de apoyo incondicional a Sánchez que les ha pasado factura en las urnas, habiendo sido sus votos la llave que le abrió las puertas de la Generalitat a Salvador Illa y se las cerró a Puigdemont. Pero su tramitación volverá a poner a prueba la precariedad parlamentaria del actual Gobierno frente a unos posconvergentes que amenazan con tumbarlo por su lejanía con el Concierto vasco y el Convenio navarro.
Mientras los republicanos lo presentan como un avance hacia la «soberanía fiscal», Junts lo considera «una chapuza envuelta en la retórica federalista de siempre», acusándoles de conformarse con migajas, pues a lo que todo buen soberanista debe aspirar es a que el 100% de los impuestos sean diseñados, recaudados y gestionados por la Generalitat, con una cuota de solidaridad no impuesta sino negociada con el Estado. Lo que exigiría de algo más que una simple reforma de la Lofca (Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas), que de todas formas habrá de hacerse para dotar de un marco legal al pacto rubricado. Requeriría de una reforma constitucional, para la que en este momento están lejos de darse las condiciones.
Maximalismo o principio de realidad. ¿Se atreverá Junts a votar en contra de un nuevo -y se supone que ventajoso- modelo de financiación para Cataluña en el Congreso, donde sus siete escaños son clave, sabiendo que su apuesta por el 'todo o nada' se enfrenta a obstáculos insalvables, con tal de que ERC no se apunte el tanto?
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