El PNV admite su «enfado» con Moncloa y lanza una ofensiva para que se retrate
Los jeltzales anhelan pese a todo la estabilidad del Gobierno porque «no hay alternativa» y temen que Podemos decida romper la coalición
El pasado 2 de marzo, cuando apenas había transcurrido una semana desde el inicio de la guerra en Ucrania, el lehendakari, Iñigo Urkullu, llamó por ... teléfono a Pedro Sánchez para transmitirle su preocupación por la situación del periodista vasco Pablo González, encarcelado en Polonia bajo sospecha de espionaje para el Gobierno ruso. Ambos aprovecharon para mantener una «larga conversación» sobre las consecuencias económicas de las sanciones a Putin y coincidieron en augurar que el conflicto sería corto. Se equivocaron.
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Casi un mes después, nadie se atreve a pronosticar cuándo terminará la guerra y al presidente se le ha levantado la calle, la oposición y, lo que es más grave, los socios y aliados del Gobierno. No solo por su tardanza en tomar medidas. También porque en mitad de esa tempestad el brusco volantazo a la posición histórica de España sobre el Sáhara Occidental ha sido la gota que ha colmado el vaso, más por el ninguneo a los socios que ha puesto en evidencia -se enteraron por la prensa, que tuvo noticia del asunto a su vez por el Rey de Marruecos- que por el fondo, que también.
«Lo más grave son las formas», aseguran en Sabin Etxea, que lamenta que su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, perdiera los nervios en la Comisión de Exteriores del pasado miércoles. «Déjeme decir lo que pienso, joder, y no me descentre», le espetó al presidente del órgano parlamentario, antes de terminar su intervención con otro exabrupto y un manotazo al micrófono. Los jeltzales creen que la desabrida intervención de Esteban sucede por «mimetismo» con la «falta de respeto» del Gobierno al no informar a nadie de sus planes en un asunto, el de la excolonia española, muy sensible en Euskadi.
«A rebosar»
«El depósito del cabreo está a punto de rebosar», avisan en el EBB, en un guiño a aquella famosa expresión de Andoni Ortuzar en la que comparaba su confianza en el Gobierno con un coche a punto de quedarse sin gasolina. El PNV admite sin ambages su «enfado» con Sánchez, que ya venía larvándose de tiempo atrás -el verdadero punto de no retorno fue que Moncloa «concediera derecho de veto» a la patronal en la negociación de la reforma laboral, una herida por la que aún supuran los jeltzales-, aunque sin consecuencias prácticas. Tampoco las tendrá ahora. Pero simplemente porque el EBB ha llegado a la conclusión de que «no hay alternativa» y de que la suma de PP y Vox derrotaría ahora al bloque de la izquierda.
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Los jeltzales creen que Esteban perdió los nervios por «mimetismo» con las formas del Gobierno y su ninguneo a los socios
El PNV, que no descarta que el presidente convoque elecciones en cualquier momento a partir del próximo otoño, no renuncia ya a la crítica abierta al Gobierno, incluso con una ofensiva parlamentaria como la que ha desatado tras el alineamiento de Moncloa con Rabat. El Parlamento vasco debatirá este jueves una iniciativa que han registrado conjuntamente y por el procedimiento de urgencia PNV, EH Bildu y Elkarrekin Podemos. Los jeltzales buscan forzar a posicionarse a su socio en el Gobierno, el PSE, tradicionalmente muy próximo a la causa saharaui. El grupo jeltzale en el Congreso ha presentado igualmente una proposición no de ley que se debatirá la primera semana de abril para que la Comisión de Cooperación muestre su «disconformidad» con el «radical» viraje de Sánchez y reconozca el derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental.
El PNV busca distanciarse políticamente de un Sánchez «en sus horas más bajas» pero sin dejar de dar sustento a su Gobierno en lo sustancial, es decir, en decretos fundamentales como el que se aprobará el martes para paliar los efectos de la guerra o, por ejemplo, en la próxima negociación presupuestaria. Los jeltzales tiene claro que no incitarán en ningún caso la caída del Gobierno, y no creen que ERC lo haga, aunque siguen con preocupación las sucesivas crisis de Podemos, sin descartar que, con una Yolanda Díaz desdibujada, Pablo Iglesias pueda alentar desde fuera la salida de Montero y Belarra.
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En lo que sí pelearán es en asuntos que afecten directamente a Euskadi: de ahí la batalla que están dando contra las leyes Audiovisual, del Deporte y de Vivienda, que consideran «recentralizadoras», y en un asunto que ha encendido las luces rojas en Sabin Etxea, la norma que se prepara sobre los planes de pensiones y las EPSV, que temen pueda «esquilmar» los recursos del sistema vasco.
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