Viaje al siglo XIV sin máquina del tiempo

Briones, al noroeste de La Rioja, cambia de siglo cada tercer fin de semana de junio desde 1996. La idea se concibió en una cuadrilla de amigos cuyo deseo era entretener a los vecinos y atraer a los visitantes. En 2012, tras su gran trabajo, les concedieron el título de Interés Turístico Nacional; y ahora persiguen lograr el reconocimiento internacional.

Quien busque en este evento un mercado no lo encontrará, ya que esta fiesta es más que eso. Los 700 vecinos que participan en estas jornadas se atavían con el que para ellos es ya el traje tradicional de la localidad y se encargan de recrear al detalle el modo de vida de aquella época. Las calles del pueblo se llenan de jolgorio con el objetivo de mostrar la belleza del lugar y sus casonas.

El centro urbano de Briones abre más de cincuenta portales de las casas solariegas de la villa para revivir las labores y costumbres del pasado. Alfareros, carpinteros, acuñadores de monedas, escribanos, cetreros, hilanderas, jaboneras... Todos ellos y más estarán encantados de mostrarles cómo desarrollan sus quehaceres. E incluso habrá un corral donde los más pequeños -y los no tan pequeños- puedan disfrutar en compañía de animales.

Además de las calles destinadas a los oficios de nuestros antepasados, por los distintos puntos del pueblo se podrá pasear entre un campamento miliciano, huir de los leprosos, asistir a desafíos entre caballeros castellanos y navarros, exhibiciones de cetrería, una jaima mudéjar, codearse con la nobleza o entrar en la iglesia de San Juan y conocer a los miembros de la Inquisición -pobre de aquel en el que detecten un mínimo signo de brujería-.

La fiesta tiene innumerables actividades y espectáculos con los que poder deleitarse. Desde ser testigo de lo que pesaba una cota de malla -les adelanto que bastante- hasta disfrutar de la música de diversos grupos, de danzas como la protagonizada por bailarinas nazaríes, de una misa en latín o de acróbatas y bufones. Cabe mencionar que los actores que intervienen en los actos son en su inmensa mayoría los vecinos y algún que otro veraneante.

La de Briones es una fiesta para todos los gustos y todos los sentidos, y faltaba aquello que saciara el hambre y la sed: el mesón. Será allí donde podrán disfrutar de tortillas de patatas, bocadillos, filloas, jarras de vino, rosquillas... e incluso de la tradicional sopa de ajo. Todo ello en vajilla de barro, a la antigua usanza.

Al caer la noche, lejos de terminar la fiesta, llega el momento de acudir a la representación de uno de los momentos más destacados de la historia del pueblo: la firma de la paz de Briones.

Bajo el nombre 'El Canto del Agua: Retablo de la guerra, el tiempo y la paz', el espectáculo de luces y sonidos situará al público en el 31 de marzo de 1379, donde un grupo de actores escenificará el instante en el que Enrique II de Trastámara, rey de Castilla; y Carlos II de Navarra firmaron el tratado de paz -tras un año de guerra- en el que ambos establecieron que ningún enemigo de Castilla podría atravesar Navarra, rompiendo así la alianza de este último reino con los ingleses.

Tengan por seguro que si lo que desean es ver cómo todo un pueblo riojano les intentan convencer de que han viajado en el tiempo al siglo XIV y terminan creyéndoselo, la fiesta medieval de Briones es el evento perfecto para ello.