Los mejores planes culturales para este fin de semana

La nueva producción propia del Arriaga, 'Faces', profundiza en la relación entre el cine y el teatro, un tema que lleva tiempo investigando Alex Gerediaga. El director bilbaíno es el responsable de la adaptación de la película de John Cassavetes que en 1968 consiguió tres nominaciones a los Oscar. La trama retrata con crudeza y abundancia de cigarrillos y alcohol el inmenso vacío de una pareja, un exitoso hombre de negocios y una mujer atrapada en sus inseguridades.

Felipe Loza y Arrate Etxebarria lideran un reparto para el que no hay tregua: los seis intérpretes combinan diálogos torrenciales con primeros planos que se proyectarán en pantallas en momentos clave de la función. Dos códigos que se cruzan para dar vida a una historia amarga que incide en el papel de las mujeres en la sociedad. Cincuenta años después de su estreno, nos invita a mirar con perspectiva y reflexionar sobre lo que hay de intemporal en su mensaje.

La autora norteamericana Christy Hall tenía en mente clásicos como 'La ratonera' de Agatha Christie cuando escribió 'La coartada'. Su objetivo es mantener al público en vilo –esta semana en el Serantes Kultur Aretoa– con un thriller psicológico protagonizado por una mujer divorciada que trata de recuperar a su hija. María Castro, Gorka Otxoa –ambos coincidieron en el reparto de 'La ratonera' y en el drama familiar 'Juntos'– y Miguel Hermoso dan vida a esta historia en la que «nada es lo que parece», dirigida por Bernabé Rico. El reto es que el espectador se meta en la mente de la protagonista, que recurre a un amigo de la infancia para preparar una decisiva declaración judicial.

El teatro breve ha vuelto con fuerza a Pabellón 6 tras un año de ausencia y con un protocolo adaptado al coronavirus. Solo hay dos escenarios –el de la nave original y el de la Compañía Joven– para evitar el trasiego de espectadores, pero el programa, convertido ya en un clásico, es igual de estimulante. Entre el 9 de abril y el 2 de mayo se programarán 16 obras, doce de ellas a concurso, que condensan todo tipo de emociones en veinte minutos como máximo.

Esta semana la compañía Skartaris de Samuel Gibert retrata a dos personajes que van camino de una ejecución en 'La otra realidad'. En 'Edipo, rey de Deusto', de Ainhoa Etxebarria e Iñigo Elosegui, seguimos a una pareja de investigadores tras un brutal asesinato en Bilbao. 'Nor ostia zara zu?', de Iratxe Urkiaga, trata de quitarnos las máscaras que nos ponemos para caer bien a los demás. La obra invitada es '3,2,1, cambio', quince minutos de pura improvisación.

La Compañía Joven de Pabellón 6 vuelve a traer a escena a un personaje sin edad, el clásico creado por Alfred Jarry en 1896, que llega ahora al Social Antzokia. Ubú y los suyos no son una familia corrupta, encarnan «la corrupción misma». Planean un complot para enriquecerse a toda costa que se muestra de forma guiñolesca, disparatada, con toda la energía y la intención de los jóvenes actores dirigidos por Ramón Barea. Incluso el vestuario, diseñado por Betitxe Saitua, revela el interior de los personajes. Una corrupción estéticamente bella, con trajes de ejecutivo deformados por formas orgánicas.

'Ubú, rey de las finanzas' se basa en la versión que Raúl Quirós Molina ha realizado del texto de Jarry y en el trabajo desarrollado con los actores, que participaron en talleres con Economistas sin Fronteras para saber cómo se mueven los hilos de la riqueza. Las canciones compuestas por Naiel Ibarrola –entre ellas un rap y un reguetón– ponen ritmo a una sátira implacable en la que nadie sale bien parado.

Bruckner es uno de esos compositores que encaja mal con otros en casi cualquier programa. Por dos razones, una puramente organizativa: sus sinfonías (casi lo único que se pone en los atriles en la temporada de una orquesta sinfónica) son muy extensas y sumadas a otra partitura alargan mucho el concierto, algo especialmente inadecuado en momentos como el actual. La segunda razón es de índole artística: con él, como pasa también con Mahler y algún otro, no es fácil encontrar obras que puedan precederle en el programa y preparar al aficionado para lo que va a escuchar luego. Tan profundo es Bruckner, tan intenso, tan demorado en la creación de tensión, que lo más oportuno suele ser que vaya precedido y seguido por el silencio. Por eso es muy habitual que sus sinfonías vayan solas en el programa. Es lo que sucede en la propuesta de Euskadiko Orkestra para este retorno a los auditorios tras la Semana Santa.

La sinfonía elegida es la Nº 5. Menos célebre que su predecesora y que la Nº 7, la Quinta del compositor austriaco es una pieza extensa y compleja, de tono quizá menos arrebatado que la 'Romántica' y con melodías no tan célebres. Pero es una obra típicamente bruckneriana. Con una característica especial: tres de sus cuatro movimientos contienen algún adagio, lo que da una idea de su tono general.

Por otra parte, en el laberinto de las ediciones de sus sinfonías ocupa un lugar especial porque es una de las más claras. Apenas hay diferencias en las versiones que se interpretan habitualmente (frente a otras a las que se practicaron en su momento tantos cortes que sumados reducen la duración hasta en quince minutos) y eso juega a su favor.

El artista guipuzcoano nos ofrece un imaginario abigarrado, diverso y lleno de referencias culturales.

Nos podemos perder en el mundo de Edu López. Ahí radica uno de los principales atractivos de la exposición que ha inaugurado en Espacio Marzana. El imaginario del autor guipuzcoano es tan amplio que podemos decir que se trata de una cita para todos los públicos, un encuentro en el que cualquiera halla satisfacción. Algunos disfrutarán buscando las referencias a la cultura popular, al cómic clásico, o percibiendo cierta atmósfera 'vintage' realmente seductora, mientras que otros descubrirán las alusiones a las corrientes estéticas del periodo de Entreguerras y habrá quien tan sólo pretenda gozar de su vasto abanico de formas y estilos, desde la figuración a la abstracción.

La visita a la galería supone toda una inmersión física en esta propuesta abigarrada. El autor ha dispuesto cientos de obras de diverso formato, pinturas y dibujos, que nos invitan a diversos recorridos. La vida, la muerte y el deseo, son los temas centrales a partir de los cuales desarrolla este vasto cuerpo creativo. El espectador puede intentar desentrañara esas obsesiones paso a paso, recorriendo con la mirada cada pieza, o establecer un itinerario en función de sus propias apetencias.

No hay jerarquías ni una estrategia determinada en la presentación del trabajo. Tan sólo atisbamos estados de ánimo, la ironía, el eco del erotismo 'pulp'. El autor asegura que se entiende su trabajo como una pulsión y el resultado como un diario de emociones en el que el color responde al estado de ánimo. Tal vez, esa sea la clave para interpretar esta obra exuberante que también parece un álbum de recortes o un cajón de sastre en el que se han ido reuniendo, aparentemente, elementos de diverso origen, como los restos de una batalla muy personal.