Borrar
Un crucero pijo hacia la Antártida (Capítulo III - Parte 2)

Las gestas de Amundsen tienen algo de banal

Javier Sagastiberri

Lunes, 5 de agosto 2024, 00:16

Comenta

Graeme nos narra la edad heroica en la exploración del continente y logra también emocionarme. Me concentro en conocer a los tres más famosos: el noruego Amundsen y los británicos Scott y Shackleton.

El noruego fue el primer hombre en llegar al Polo Sur. Años más tarde también alcanzó el Polo Norte, aunque lo hizo en un dirigible.

La carrera para la conquista del Polo antártico comenzó con la primera expedición dirigida por Robert Falcon Scott en 1901. Le acompañaron en la travesía en tierra el zoólogo Wilson y el teniente Shackleton. Recorrieron territorios desconocidos, que todavía no figuraban en los mapas, sufrieron muchísimas penalidades y consiguieron alcanzar el punto más meridional pisado por un ser humano, a 1.200 kilómetros del Polo. No pudieron seguir sin riesgo de sus vidas y casi mueren al retorno. Shackleton y Scott, con temperamentos muy distintos, se enemistaron definitivamente. Esta primera expedición fue una mezcla de heroísmo e impericia.

Los cinco miembros de la expedición al Polo Sur de 1912, de izq a dch: E.A Wilson, H.R Bowers, Robert Falcon Scott, Taff Evans y L. Oates.

Shackleton, el más carismático e idealista de los tres, lo volvió a intentar en 1907 y casi lo consigue, pues debieron regresar cuando estaban a tan solo 160 kilómetros del Polo. Fue una decisión amarga, pero fue la correcta y define perfectamente su carácter: para él era más importante que el éxito el asegurarse la supervivencia de todos sus hombres sin sacrificar a nadie.

Shackleton.

El siguiente intento lo realizó Scott en 1910. Consiguió el apoyo de todos sus compatriotas, cuentan que incluso muchos niños rompieron sus huchas para sufragar el viaje con sus ahorros y sólo hubo algo que amargó ya el inicio de su viaje: el noruego Amundsen, que era ya famoso por haber sido el primero en atravesar el Paso del Noroeste, en el ártico, abandonó la idea de conquistar el Polo Norte al pensar que ya no iba a ser el primero y modificó su plan secretamente. Cuando ya lo tenía asegurado, envió un telegrama retador a Scott, comunicándole que iba a la conquista del Polo Sur. El noruego estaba mejor preparado, tenía más experiencia y su voluntad era exclusivamente la de alcanzar ese objetivo. Lo convirtió en una carrera deportiva y la ganó con autoridad. El mensaje que le dejó a Scott en la meta, a la que llegó cinco semanas antes, a mí me parece incluso algo ofensivo, como si se regodeara de su triunfo. Scott llegó con la decepción de haber sido el segundo. Y el regreso, penosísimo y lleno de heroísmo, terminó en tragedia. Sucumbieron todos y esta tragedia le encumbró ante los suyos convirtiéndolo en un personaje legendario.

El explorador noruego Roald Amundsen, primer hombre que llegó caminando al Polo Norte. Efe

Aún nos resta mencionar la gesta más épica de los británicos y su más grandioso fracaso: el intento fallido de Shackleton por atravesar de costa a costa el continente blanco. No consiguieron siquiera desembarcar en tierra. Una repentina congelación del mar bloqueó la embarcación y tuvieron que organizarse para sobrevivir durante meses entre los hielos, hasta que el barco fue destrozado por esos mismos hielos. Con gran disciplina y gracias al carisma de Shackleton consiguieron al fin llegar a tierra firme, a una costa salvaje y desolada, casi inhabitable: la isla Elefante.

Tres imágenes de Isla Elefante.
Imagen principal - Tres imágenes de Isla Elefante.
Imagen secundaria 1 - Tres imágenes de Isla Elefante.
Imagen secundaria 2 - Tres imágenes de Isla Elefante.

Desde allí, Shackleton y otros cinco hombres fueron capaces de alcanzar las primeras costas habitadas, las de un puerto ballenero, y no cejaron en su esfuerzo hasta salvar a toda la tripulación abandonada en la Antártida, sin una sola baja.

Tres hombres, tres historias, tres tipos de héroe. Está, por un lado, Admunsen, el triunfador, el más eficiente, el que superó los mayores retos. Conquistó el Paso del Noroeste y ambos Polos: gestas increíbles. Pero los historiadores siempre le han puesto la misma objeción: sus hazañas fueron puramente deportivas, sin aportaciones científicas. Los viajes fracasados de los británicos tuvieron más interés para el progreso del género humano, aportaron conocimiento del medio. Las gestas de Admunsen tienen algo de banal. Es un héroe deportivo más que un héroe épico.

Las expediciones de Scott, el más antipático de los tres, rígido y autoritario, tuvieron interés científico, pusieron todo su esfuerzo en ello y quizás por eso resultó más lenta su carrera. Y la última y definitiva alcanza una grandeza trágica por causa del desgraciado final. Scott es el prototipo del héroe trágico, al fin destruido por su propia hybris. Durante años ha sido el más venerado por los británicos.

En los últimos tiempos, el prestigio de Shackleton se ha incrementado al conocerse los detalles concretos de cada expedición y este oficial anglo irlandés ha pasado a convertirse en el héroe más popular de los tres. Afrontó sus expediciones y sus propios fracasos con gran humanidad y con una impresionante altura de miras. Es el prototipo del héroe ético, el de más grande y probada dignidad.

Ya en su propia época, uno de los compañeros de expedición de Scott, describió el carácter de todos ellos con un gran acierto: «Para una organización científica y geográfica conjunta dame a Scott, para un viaje invernal, a Wilson, para una carrera al Polo y nada más, Amundsen, y si estoy en un maldito agujero y quiero salir, dame todo el rato a Shackleton».

Mi tío, Víctor Arruebarrena, conocedor de estas aventuras desde hace años, lo diría de forma más concisa: «Si pretendes visitar el infierno con idea de volver para contarlo, confía tu expedición a Shackleton».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Las gestas de Amundsen tienen algo de banal

Las gestas de Amundsen tienen algo de banal