Buscando lamias en Osinberde
Zaldibia (Gipuzkoa) ·
Ha llovido mucho. Por eso las entrañas de la sierra de Aralar deben estar muy contentas, con la panza a rebosar de agua, con las ... reservas bien llenas para aguantar un verano quizás sediento. Y porque ha llovido mucho deben estar también contentas las lamias de Osinberde, porque ahora la cascadita que alimenta su laguna está bella y nutrida, porque el bosquecillo que abriga a la balsa está verde a más no poder, y porque con tanta humedad por debajo y sobre la tierra las nieblas organizan paisajes de ensueño de esos que animan a los personajes mitológicos a salir de sus escondites.
Yo no he podido nunca ver a las lamias en Osinberde, pero no pierdo la esperanza; quizás simplemente no he ido en el momento adecuado. Tampoco he podido ver, no lo ha hecho nadie, por dónde viene el agua que cae en la laguna. Porque su cauce subterráneo es tan misterioso como complejo aunque dicen que recorre muchos kilómetros por debajo de las praderas de Aralar.
Los geólogos y los espeleólogos se empeñan desde hace mucho tiempo en encontrar los caminos del agua de Osinberde y ya tienen una teoría. Es la lluvia que cae sobre las praderas de Ausa Gaztelu y sobre el barranco vecino de Egurral la que se junta al cauce de algunos arroyos que discurren bajo la corteza de la sierra y marcha por donde nadie la puede seguir escondida en las profundidades. Tambien es el agua de algunos manantiales que afloran en la sierra y se pierden bajo tierra en sumideros como el de Otadi en el que desaparece la regata de Iturribeltz.
No es banal ese apelativo de Iturribeltz evocando el tránsito escondido; es la misma sugerencia para el arroyo de Errekabeltz, que, más abajo, reaparece en el barrio de Aiestaran de Zaldibia; todos son beltz (negro), todos ocultos.
Los espeleólogos han intentado recorrer bajo tierra el camino del agua; en el macizo de Ganbo se han metido bajo la cima de Kilixketa por la sima de Ondarre. Han podido descubrir que baja dando saltos en sucesivas cascadas y se escurre en galerías obstruidas por bloques gigantescos, atraviesa una enorme sala subterránea y, 260 metros por debajo de la superficie, se estanca en una bellísima laguna azul. Solo los buzos se han atrevido a sumergirse en ella, y un pasadizo tras otro han descubierto que hay salas sin agua, más sifones, y un punto final desde el que no pueden continuar. Osinberde está más allá del laberinto; ningún ser humano lo ha cruzado y por eso las lamias que dominan esos misterios bajo tierra están siempre a salvo.
Más allá de los secretos del agua, las gentes de la industria se aprovecharon hace tiempo del cauce que emerge a la superficie en Osinberde. Desde el principio del siglo XIX atraparon la principal afluencia acuática del norte de Aralar en la regata de Osinbeltz y la llevaron a mover las turbinas de dos centrales eléctricas en el valle. Con ellas alimentaron la fábrica de trenes de CAF, en Beasain, y ahora sirven además para contar cosas del agua en el centro de Interpretación de Arkaka.
Osinberde sigue siendo un capricho de la naturaleza. Cuando llueve, como ahora, puede escupir hasta 600 litros por segundo; cuando se seca apenas 15.
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