Aguas revueltas sobre piedras negras
Bermeo (Bizkaia) ·
En Bermeo llaman Tonpoias a sus promontorios costeros y a sus calas más singulares. De rocas, con poca arena, o nada, de acantilados bravos y ... estremecedores, impresionantes siempre y desafiantes cuando se quiere mirar al mar con sosiego.
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Hay dos arrinconadas bajo sendos muros de roca: Tonpoi handia o Tonpoinagusia, al oeste, Tonpoi txikia, al este; una a dos pasos de la otra, ambas solo accesibles gracias a unas escaleras de madera que pusieron para que nadie se rompiera la cabeza intentado llegar a sus bellezas. Escuchar allí los mares bravos del otoño impresiona casi tanto como descubrir con un punto de vista singular la bahía del Oka en Urdaibai, capitaneada por una isla de Izaro siempre presente.
El término de Tonpoia parece la forma derivada de Tompón o Trompón, así aparece en muchos documentos antiguos.
A poniente de estas tonpoias parece querer esconderse bajo los acantilados una playa tan pequeña como encantadora: Aritzatxu. Allí se bañan a gusto las gentes de Bermeo y no todas las que quisieran porque pocas caben, menos cuando las olas baten su peñasco central. De roca negra, se rodea de piedras raras que llaman «olistolitos», extrañas entre los sedimentos que configuran el acantilado. De casi un metro de diámetro, los olistolitos de Aritzatxu rodaron cuando el mar cubría nuestro país sobre un lecho en el que se estaba depositando sedimentos más livianos; cuando el mar ha lavado aquellos suelos milenarios los pedruscos han quedado a la vista.
Hay más piedras raras que relatan nuestra historia geológica en Aritzatxu: «ripples» y «swash mark» les dicen los geólogos a las huellas y depósitos que las olas dejaron hace unos cuantos millones de años en aquel blando lecho sedimentario que ahora pisamos petrificado. Ahí están, onduladas sobre la playa. Pero, siendo tan pequeña esta playa es todo un universo geográfico: Aspoandi y Aspotxiki, Bañerie, Jaguai, Enbarkaderue, El Lago, Tortugas, Panama, Islie, son algunos de los topónimos locales para sus rinconcitos.+
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No creo que vinieran a bañarse a Aritzatxu los soldados del fortín que se estableció sobre el acantilado en el siglo XVIII. Rondaba entonces la flota inglesa por los mares del Golfo de Bizkaia, batallando en la Guerra de Sucesión Austríaca, y para prevenirse contra sus desmanes se estableció en la costa de Bizkaia una sucesión de defensas ubicadas en promontorios estratégicos. La batería de Tompoya Mayor o Mendiluz, el «fortín nuebo de Tompoya», construido por la Diputación en 1742, estaba en el morro que se eleva sobre Aritzatxu pero ahora apenas quedan unas piedras de algunos de sus muros. Normal si sabemos que un incendio lo arrasó en 1794, que lo destruyeron después en la Guerra de la Independencia y, aunque se restauró para 1828, tras la Guerra Carlista los bermeanos comenzaron a saquear lo que quedaba del edificio y forzaron al ayuntamiento a vender lo que quedaba. Normal que no haya ahora más que cuatro piedras clavadas entre esa hierba que propone una sentada plácida para escuchar al océano, respirar sus aromas salados y dejarse acariciar por las brisas. Sobre tompoias, olistolitos y raras piedras milenarias.
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