Borrar
FELIP ARIZA

Virtudes pequeñas, grandes soluciones

Domingo, 22 de abril 2018, 01:01

Comenta

En la primavera de 2011, una cadena de penalidades azotó la ciudad japonesa de Fukushima. A consecuencia de un terremoto de 8,9 grados en ... la costa noroeste del país se desató un tsunami con olas de hasta 40 metros que, además de devastar el litoral de la región de Tohoku causando cerca de 20.000 muertos, provocó el peor desastre nuclear de la historia después del de Chernóbil en 1986. Tendrán que pasar décadas para que se borre el rastro dejado por aquella catástrofe sobre el territorio y las personas, pero entretanto una parte de la población ha logrado reconstruir algo semejante a un vida en comunidad. Así lo cuenta el pensador y periodista Michael Ignatieff en 'Las virtudes cotidianas. El orden moral en un mundo dividido' (Taurus, 2018), donde reflexiona a partir de visitas recientes a diversos lugares depauperados por unas u otras causas. De Bosnia a Myanmar, de las favelas de Río de Janeiro a los violentos suburbios de Los Ángeles, de la arrasada Fukushima a las bolsas de pobreza en Pretoria, Ignatieff rastrea en el tejido de las comunidades buscando el porqué de su supervivencia a pesar de los pesares. Y llega a una conclusión: lo que les ha salvado son las 'virtudes cotidianas'. En ellas los vecinos y los administradores no se han planteado grandes metas inspiradas en valores supremos ni han urdido planes grandiosos dibujados en retóricas de alto vuelo. Se han limitado a cultivar a pequeña escala una serie de hábitos virtuosos para ir tirando, por así decirlo, de tal modo que han logrado incrementar el nivel de confianza entre los miembros de la comunidad y han permitido que sus gentes salgan adelante.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Virtudes pequeñas, grandes soluciones

Virtudes pequeñas, grandes soluciones