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En la mitología los unicornios son animales invencibles luchando gracias a los poderes de su cuerno. Se les representa como un ser híbrido, con cuerpo ... de caballo y afilado cuerno de chivo. Las leyendas cuentan que todo aquel que bebiera de una poción mágica hecha con ese cuerno alcanzaba la vida eterna.
Los unicornios, en nuestros días, han saltado de los cuentos a los manuales de economía. Un unicornio es una empresa emprendedora que consigue en los tres primeros años de su vida una capitalización superior a los mil millones de dólares. Esa 'magia' la han logrado compañías como la chino-americana Zoom, que hizo posible el teletrabajo y la enseñanza a distancia en pleno confinamiento, o la alemana Zalando, que hace fácil comprar moda por internet. Ambas son unicornios como también lo es Airbnb, que ha revolucionado el turismo con su oferta de casas y habitaciones a precios asequibles.
En España también tenemos unicornios que superan la valoración de un billón, usando la nomenclatura de dólares americanos. Cabify en el transporte de personas en las ciudades, Glovo en la comida a domicilio y Flywire en las transferencias de pagos internacionales engrosan la lista de estos nuevos objetos de deseo a la que se ha unido recientemente Wallbox, especializada en cargadores para coches eléctricos. Empresas con sede en Madrid, Barcelona y Valencia, pero a pesar de la querencia en estas latitudes por la mitología, todavía no hay unicornios vascos.
Se acaba de presentar el informe 'Spanish Tech Ecosystem', que concluye que el ecosistema emprendedor español medido por la valoración de las nuevas empresas tecnológicas se ha quintuplicado desde 2015 precisamente por la aparición de unicornios españoles. Al extremo de que este estudio considera a España como el quinto país europeo con más potenciales unicornios. Seguro que en esa lista de futuras empresas milmillonarias hay algunas lideradas por emprendedores vascos, pero los datos que arroja el informe son que Madrid y Barcelona están en el 'top ten' de ciudades continentales con el mayor número de empresas que pueden convertirse en unicornios. Exactamente igual pasa con los fondos movilizados desde el capital riesgo para invertir en 'startups'. Barcelona con 4.600 millones de euros acumulados desde 2015 lidera la lista en la que, tras Madrid, Valencia, Alicante y Palma de Mallorca, cuesta encontrar pero aparece una ciudad vasca: Bilbao.
Para frotarse los ojos de incredulidad, pero la realidad es que ni en los cuentos de hadas podemos encontrar por aquí un unicornio vasco. La caída de las vocaciones emprendedoras -detectada por el informe GEM Euskadi desde hace muchos años- y la escasez de incentivos potentes para escalar globalmente los proyectos innovadores desde la Comunidad Autónoma del País Vasco explican este erial de empresas de altísimo potencial. Los casos de emprendedores vascos como César Oteiza y José Poza, que han conseguido exitosos desempeños, uno siendo cofundador de Idealista -expatriado en Portugal o Italia- y el otro con crecimientos no orgánicos hasta convertirla en MasMovil -con su sede social en San Sebastián- nos animan a ser optimistas.
A pesar de las leyendas, la magia no existe en la economía con los unicornios, pero sí las oportunidades. El País Vasco ha visto cómo nacían grandes bancos y reputados banqueros en su territorio. Tenemos la experiencia, el capital humano -pero también financiero- y un largo historial innovador para seguir siendo protagonistas. Hoy el BBVA es uno de los bancos más importantes de Europa, Kutxabank es envidiado por su solvencia en todo el continente y el primer banco español, CaixaBank, es presidido por un vasco. ¿Por qué el primer unicornio de las finanzas no tendría su sede en nuestra tierra?
Los casos de unicornios europeos de las finanzas, en lo que se ha venido a llamar 'fintechs', nos pueden inspirar. El neobanco Revolut desde Reino Unido, Klarna en Suecia gestionando los pagos del comercio electrónico o los alemanes de N26 con su banco digital. Es verdad que emprendedores vascos como Asier Uribeechebarria, de Finanbest, han sido pioneros, pero para que no sea algo anecdótico han de orquestarse de manera decidida todavía más acciones públicas y privadas que atraigan, retengan y escalen el talento local. Suecia tiene más unicornios que Reino Unido, Spotify les abrió el camino con la música en internet. Ojalá que las finanzas despejen la senda de decenas de unicornios vascos.
La Unión Europea se ha propuesto que esta sea la 'década digital' y esto conlleva un conjunto importante de inversiones en infraestructuras, capacitación y transformación de las administraciones y las empresas. Uno de los indicadores de cumplimiento del plan es que el número de unicornios debería duplicarse. Esperemos que las matemáticas no nos engañen y en el País Vasco cumplamos esas previsiones, y no solamente porque el doble de cero es cero.
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