Hospital de Basurto: los enfermos y los sanitarios son más importantes que los ladrillos y la teja catalana
Su problema de funcionalidad es evidente en la zona de hospitalización, y el patrimonio más valioso son las personas
Mikel Álvarez Yeregi
Médico
Martes, 20 de agosto 2024, 00:01
El 13 de noviembre de 1908, tras diez años de obras, se inauguró el Hospital Civil de Bilbao para resolver las carencias asistenciales de la ... villa. El proyecto fue impulsado por la Junta de Caridad, donde la representación municipal era mayoritaria, aunque también la Diputación tenía una presencia importante, pues desde los orígenes el Hospital de Basurto fue concebido para asistir a toda Bizkaia.
En aquel momento era considerada la instalación asistencial más moderna de España. El presupuesto de la obra, unos 6,3 millones de pesetas, era una cifra descomunal. Equivalía, más o menos, al 1% de todo el Presupuesto del Gobierno de España a finales del siglo XIX. Haciendo una traslación algo simple al actual Presupuesto del Gobierno de España, sería como si se destinaran a un proyecto similar unos 6.400 millones de euros. Las aportaciones para su construcción tuvieron su origen en recursos propios de la Junta por la venta del Hospital de Atxuri y de modo muy significativo por aportaciones de donantes como José María Gurtubay y Casilda de Iturrizar, además de una cuestación popular entre los ciudadanos de Bilbao respondiendo a un llamamiento del presidente de la Junta, Gregorio de la Revilla.
Así, se construyó gracias a la convergencia y el acuerdo de muchas de las personas de la villa. En un periodo de crecimiento poblacional, las necesidades asistenciales superaban las capacidades del Hospital de Atxuri y de la ampliación a Solokoetxe. El cuadro médico veía necesaria una mayor ambición en el diseño de un nuevo hospital y así se manifestaron los sanitarios bajo el liderazgo del doctor Carrasco, director médico del Hospital de Atxuri.
En 1898, la Junta de Caridad encomendó al doctor Carrasco y al arquitecto municipal Enrique Epalza que visitaran instalaciones sanitarias en Europa que pudieran servir como modelo. Ambos viajaron por diferentes países, visitando 31 hospitales, y a su regreso entregaron dos magníficos informes tras tres meses de trabajo. En ellos se recogen todos los avances y tecnologías sanitarias de entonces. De los hospitales visitados, probablemente es el de Eppendorf, en Hamburgo, el que más inspiró a ambos, y muy en consonancia con los diseños de la época, se proyectó un hospital pabellonal para el tratamiento de las diferentes patologías, especialmente las de origen infeccioso. El diseño contemplaba unas 700-800 camas para hospitalización, aunque esta cifra se quedó en unas 600. Fueron un proyecto y una realidad dignos de una ciudad pujante como era el Bilbao de principios del siglo XX.
En la segunda mitad del siglo el Hospital de Basurto entró en crisis. De estar prácticamente en la quiebra, fue absorbido como instalación sanitaria por el Gobierno vasco, pasando a la red de Osakidetza en 1983. Desde entonces se han realizado ingentes inversiones en la adecuación de las instalaciones, tanto de servicios de urgencia como de unidades críticas, quirófanos y zonas de hospitalización. Recientemente se ha aprobado un proyecto de más de 100 millones para un nuevo edificio en la zona norte que acogerá sobre todo consultas externas.
No obstante, el problema del Hospital de Basurto es su funcionalidad y modernidad, esto es, si una instalación concebida a finales del siglo XIX tiene posibilidades reales de ser útil para los próximos 50 años. Mi opinión es que no. El hospital fue en su momento declarado por el Gobierno vasco como Bien Cultural Calificado, con zonas de protección integral, lo que hoy dificulta enormemente una modernización que requieren las instalaciones asistenciales. Y en un área es más evidente aún esa falta de adaptación: la de hospitalización. Las necesidades de las unidades de enfermería poco tienen que ver con las que diseñaron Epalza y Carrasco en salas corridas con camas agrupadas sin intimidad entre los pacientes. Es muy difícil adecuar a las necesidades actuales unos pabellones con crujías de aproximadamente 10 metros de anchura.
Hay que decir que aun con las mejoras introducidas en estos últimos 40 años, las instalaciones de hospitalización requieren otro enfoque. No es suficiente. El futuro del Hospital de Bilbao debe contemplar nuevas zonas de actividad asistencial (incluidas las habitaciones) con un diseño moderno que rompa con la arquitectura del siglo XIX. No es aceptable que las condiciones y calificaciones de valor arquitectónico patrimonial hagan inviable una buena asistencia. El Hospital de Eppendorf o el de Sant Pau de Barcelona pueden ser un buen ejemplo, pues sobre el mismo solar han hecho convivir lo antiguo con lo moderno, con nuevas y funcionales edificaciones distintas de las originales.
Estoy seguro de que, si preguntáramos qué hacer al doctor Carrasco, nos respondería que tenemos que ser ambiciosos y valientes y que el patrimonio más valioso son las personas: los enfermos, sus familias y los sanitarios, y no el ladrillo o la teja catalana que cubre con tanta belleza los tejados del Hospital de Basurto.
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