'Macronía' sin rodillo
El presidente francés debe aprender a someterse a la lógica de los pactos con una derecha republicana de incalculable valor
Tanta desvitalización de la política para desinflar la alianza de izquierdas deja a Emmanuel Macron atrapado en una Asamblea nacional ultrapolitizada. La configuración parlamentaria resultante ... de la segunda vuelta de las elecciones legislativas acoge una mayoría demasiado relativa para Ensemble!, 245 escaños. Aprisionado en la polarización surgida del escrutinio presidencial, el jefe de Estado bregará su segundo quinquenato entre las radicalidades de la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon y la ultraderecha de Marine Le Pen.
Si el primero se siente decepcionado -sus 131 diputados alejan la cohabitación-, la jefa de Reagrupación Nacional desborda orgullo con su potente reimplantación: un salto de 8 a 89 representantes. Cada vencimiento electoral ha traído sus sorpresas salvo en la abstención, considerada ya estructural. El hastío vital, la indiferencia o el hartazgo de no verse representados en este modo de escrutinio mayoritario generan un 54% de franceses ajenos a su Parlamento. Desde el 19-J, el verbo 'recomponer' se conjuga velozmente en todas las instancias gubernamentales.
En la Francia 'relativa', la nueva mayoría debe aprender a someterse a la lógica de los pactos sin saber aún si Elisabeth Borne continuará siendo la primera ministra y su jefe de filas. Las circunstancias han resucitado a la derecha republicana tras el catastrófico balance de Valérie Pécresse en la contienda para la presidencia de la República. Los 61 asientos de Los Republicanos, unidos a los obtenidos por las diversas derechas -15 puestos- componen un grupo bisagra de incalculable valor para el presidente Macron. Árbitros o miembros de una 'cohabitación relativa', los conservadores tradicionales pueden inclinar decisivamente la orientación del quinquenato. ¿Con qué línea de actuación?
Las novedades se suceden. Si Nupes se veía presidiendo la Comisión de Finanzas, la fortísima irrupción de Le Pen en la Cámara baja diluye tan altas pretensiones. La coalición de izquierdas se mantendrá como primera fuerza de la oposición durante los próximos cinco años en tanto sigan unidos 'insumisos', comunistas, ecologistas y socialistas. Por sí sola, La Francia Insumisa de Mélenchon dispone de 86 tribunos; menos que el grupo de ultraderecha. Además el artífice de Nupes no es el portavoz; rechazó presentarse a las legislativas en la confianza de contar con un cargo en un grupo parlamentario e influir desde el exterior en el Hemiciclo. Le Pen no está por desaprovechar a su familia política en esta bofetada a la verticalidad macronista.
El futuro no estaba escrito después de las presidenciales. El naufragio de Macron se veía venir. Su suelo electoral descendió dos puntos en la primera vuelta; su entrega a asuntos internacionales es comprensible pero su autosuficiencia ocupándose de todos los escalafones en un expeditivo final de campaña no ha movilizado a los jóvenes ni a los reticentes. Por otra parte, las formas han descentrado, cuando no desencantado, al electorado con dudas.
En un mes, el jefe de La República en Marcha ha pasado de adalid de la racionalidad política a practicar la politiquería tan denunciada por él: «¡Yo o el caos!». De exhortar a sus conciudadanos a «¡por el frente republicano!» para detener a Marine Le Pen en su camino al Elíseo a la ambigüedad calculada en los duelos entre Nupes y Reagrupación Nacional cuando las circunscripciones eran favorables a las izquierdas.
¿Cabe equiparar el peligro de los 'fachos' de Reagrupación Nacional con el nuevo peligro rojo de Nupes? En su cierre de campaña, las tropas macronistas se emplearon en lanzar a Mélenchon al bloque de los que amenazan la República. Con tal hermanamiento entre la extrema derecha y una parte de la izquierda, LRM rompe con la lógica del frente republicano que prevalecía desde 2002. La dramatización del caos no solo ha suscitado el malestar entre los 'marchosos', sino que vistos los resultados no ha recabado votos entre abstencionistas, el centro ni la derecha gaullista.
«¡Qué envilecimiento, qué desprecio por el debate republicano!», protestaba el consejero regional de Ile-de-France. Extraños argumentos los aparecidos en las filas macronistas cuando, en la segunda vuelta de las presidenciales, ecologistas, socialistas y comunistas apelaron a votar por Macron para frenar a RN. La Francia Insumisa, más esquiva, se contentó con la fórmula «Ni un solo voto para la extrema derecha». Un completo desastre de campaña, estiman algunos próximos del jefe del Estado.
La 'macroní' afronta «una crisis política e institucional», pero este vuelco supone una rehabilitación de la cultura del compromiso gracias a las mayorías abiertas a la diversidad. Y esto pese al posible uso y abuso del artículo 49.3. «La razón de ser de un Parlamento es deliberar. Uno de los vicios de la V República es que no se debate lo suficiente porque demasiadas veces se dispone de una mayoría-centinela a disposición del jefe de Estado», considera la profesora Cohendet (Universidad Paris-I). Desde luego, en esta legislatura, la posición de ¡firmes! decae.
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