¿Una sociología de las emociones?
Para entender, por ejemplo, la incertidumbre en la sexualidad contemporánea, analicemos la formas sociales precedentes
Una emoción es una reacción psicológica y física ante una situación. Primero se manifiesta internamente y luego genera una reacción externa. La provoca la confrontación ... con una situación y la interpretación de la realidad y es sin duda una dimensión fundamental de la experiencia humana y la razón por la cual el tema de la vida emocional en sus diversas formas está omnipresente en la ficción, el teatro y la filosofía y en general el conjunto de la creación artística.
El miedo, la alegría, el asco, la tristeza, la ira y la sorpresa se consideran las seis emociones fundamentales, también conocidas como emociones primarias o emociones darwinianas, frente a las sutiles variaciones que dan lugar a emociones vinculadas a contextos sociales y relacionales complejos (por ejemplo, vergüenza, envidia, amor, empatía). Una acción social puede determinarse de un modo afectivo y particularmente emocional, mediante sentimientos y pasiones.
Sin embargo, se observa a menudo que cuesta introducir la emoción en el perímetro de los hechos sociales tratados por la sociología, por miedo a añadir otra clase de fenómenos a los ya estudiados, pese a las ventajas que tiene vincular el análisis de la acción al análisis de la emoción y la demostración de que las emociones son parámetros valiosos, si no decisivos, de la explicación sociológica.
Pero esto no es fácil porque la emoción es un asunto que ha acaparado principalmente la investigación experimental (psicocognitiva y psicodesarrollista), y este avatar da fe de la importancia de un concepto situado en la encrucijada de las realidades objetiva y subjetiva del ser humano en relación con su mundo. La sociología, hasta ahora inmersa en una de las corrientes interpretativas de la modernidad, caracterizada por un cartesianismo indómito, un cognitivismo y un positivismo exagerados, tan solo había incorporado enfoques residuales de la emoción en su cuerpo conceptual.
Tratando de romper con esta actitud, hoy nos proponemos sugerir la introducción de la emoción en el perímetro de los hechos sociales tratados por la disciplina; no con un objetivo enciclopédico de añadir otra clase de fenómenos a los ya estudiados, sino con el fin de vincular el análisis de la acción y el análisis de la emoción. Más que proponer una nueva sociología especializada, etiquetada como 'sociología de las emociones' del mismo modo que existe una sociología del trabajo, de la familia o de la educación, se trata de mostrar que la emoción es un indicador valioso, si no decisivo, de la explicación sociológica.
Para ello es pertinente abordar la cuestión de las emociones desde el punto de vista de una sociología cognitiva de la acción si por tal entendemos una sociología que trata de explicar el desarrollo y los efectos de la acción social, en el sentido weberiano del término, prestando atención al trabajo cognitivo de los actores.
Tomando el ejemplo del amor, la más extendida de las emociones, esta se estudiaba con las herramientas de la psicología, el psicoanálisis e incluso la semiótica. Sus consecuencias se buscaban en el pasado del individuo o en su entorno pese a que un examen de las causas sociales del sufrimiento amoroso actual, comparándolo con el de las sociedades tradicionales, se presenta mucho más instructivo.
En particular, aparece que el sufrimiento amoroso contemporáneo está vinculado al problema moderno de la construcción de la autoestima: como los individuos ya no están integrados en grupos, tienen que crear y negociar su 'estatus' y su 'valor' a través de las interacciones con los demás. El ego busca entonces el reconocimiento social, como hace en el amor.
Pasa otro tanto con la sexualidad, lugar donde se enfrentan un ideal de autenticidad y nuevas formas de explotación económica. Y para entender la incertidumbre que domina la sexualidad contemporánea hay que analizar las formas sociales que la precedieron. Antiguamente, cuando uno cortejaba, sabía más o menos cuáles eran las reglas sociales. Hoy avanzamos sin brújula y parece que andamos perdidos.
Sería deseable, por consiguiente, que la relación entre las emociones y la vida social se convierta en un punto importante del enfoque de problematización sociológica, considerándose las emociones tanto como fenómenos de la vida afectiva (sentimientos, afectos, estados de ánimo, sensaciones) como una forma de abordar lo colectivo y lo social (prácticas, representaciones, normas, valores, estratificación, etcétera).
Por consiguiente, queda mucho tajo por delante.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión