
Biden, un balance decepcionante
Fue ineficaz para evitar la invasión de Ucrania y Netanyahu lo toreó hasta el final
Carlos Larrínaga
Historiador y politólogo. Catedrático de Universidad
Martes, 4 de febrero 2025, 00:01
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Carlos Larrínaga
Historiador y politólogo. Catedrático de Universidad
Martes, 4 de febrero 2025, 00:01
Con Trump instalado de nuevo en el Despacho Oval, no creo que me equivoque al calificar la presidencia de Biden como desafortunada. De hecho, si bien los últimos días en la Casa Blanca le sirvieron para tratar de reivindicar su legado, el multimillonario se lo ... ha cargado prácticamente de un plumazo en sus primeras horas de mandato. A ello debemos añadir el grado de impopularidad con el que abandonó el poder, pues apenas una cuarta parte de los votantes estadounidenses consideran que fue un buen presidente. El más alto comparado con sus predecesores. No es de extrañar, por tanto, que su Gobierno probablemente sea visto como un paréntesis entre sendos ejecutivos de Trump, si es que el trumpismo no gana las siguientes votaciones.
La despedida de Biden coincidió con la muerte y funerales de Jimmy Carter, demócrata como él. También como él, Biden solo estuvo una legislatura al frente del país, pero con el agravante de que Carter, al fallecer con cien años, ha disfrutado de la longevidad. Hay que recordar que el antiguo cultivador de cacahuetes perdió las elecciones de 1980 frente a Reagan por la crisis de los rehenes de la Embajada americana en Teherán y por la alta inflación de entonces. Sin embargo, una vez fuera de la política, Carter se dedicó a obras humanitarias y a trabajos para la comunidad y consiguió la simpatía y el reconocimiento de sus conciudadanos. Por no hablar del merecido Nobel de la Paz en 2002 por buscar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales.
Por razones obvias de edad, Biden no va a tener esta oportunidad para realzar su figura. Incluso la estrepitosa derrota de Kamala Harris juega en su contra, por haberse retirado él demasiado tarde de la carrera electoral y porque, como vicepresidenta, la actuación de ella fue harto discreta, por no hablar de una estrategia electoral claramente equivocada.
Biden posiblemente fue el presidente que mejor conocía los engranajes del sistema en Washington, teniendo en cuenta que ocupó puestos públicos desde que fue elegido senador con 29 años. Tuvo mucho tiempo de prepararse para asumir la presidencia. Aparte de pertenecer durante mucho tiempo al Comité de Exteriores del Senado, fue vicepresidente con Obama y alcanzó una alta visibilidad internacional. En definitiva, toda una vida disponiéndose para ocupar la Casa Blanca. Pues bien, es como si este bagaje no hubiera servido para casi nada, porque sus fracasos más sonados tuvieron lugar en política exterior.
La retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán fue tan desastrosa que supuso un duro golpe para el comienzo de su mandato. Aunque la decisión fue de la Administración Trump, su materialización se produjo con Biden y basta recordar las imágenes dantescas en el aeropuerto de Kabul que dieron la vuelta al mundo. ¿Cómo el ejército más fuerte del mundo pudo actuar de forma tan caótica?
Pero fueron la invasión de Ucrania por Rusia y la guerra de Israel contra Hamás los episodios decisivos. En cuanto a la primera, Biden habría aprendido muy poco de su paso por el Comité de Exteriores del Senado. Cuando era vicepresidente se produjo el golpe de Estado contra Yanukóvich, la anexión rusa de Crimea y el comienzo de la contienda en el Dombás. Estudios recientes como el de Horton ('Provoked') demuestran cómo la Casa Blanca estuvo implicada en aquella operación. Y ya como presidente, fue ineficaz a la hora de evitar la 'operación especial' de Putin, dado que hizo oídos sordos a cuantos habían señalado que la expansión de la OTAN era una línea roja para el Kremlin. Lo habían advertido hace tiempo el prestigioso diplomático estadounidense George Kennan y Henry Kissinger o recientemente el afamado politólogo Mearsheimer, entre otros. Pero la idea era acorralar y empequeñecer a Rusia, con vistas a alejarla progresivamente del resto de Europa.
Y qué decir de la masacre y la destrucción de Gaza, donde las bombas y munición norteamericanas han sido determinantes para la catástrofe humanitaria de la Franja. Con su constante ayuda militar a Tel Aviv solo contribuyó a alimentar la guerra de Netanyahu, que lo toreó hasta el último momento. Cuando Biden trató de atribuirse la actual tregua, porque es la que su equipo presentó hace unos meses, se nos quiere decir, en el fondo, que fue incapaz de frenar los excesos de ese Gabinete de teofascistas y demagogos (en palabras de Shlomo Ben Ami) que hay en Israel y al que financió hasta el último momento. La tregua es un logro de Trump y sobre la conciencia de Biden pesarán los 47.000 muertos gazatíes por su política ciega hacia Israel. Aquí tampoco parece que Biden aprendió nada de su etapa de vicepresidente y de la mala relación entre Obama y Netanyahu. En conclusión, el balance de su presidencia, en política internacional, es sumamente pobre y frustrante.
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