La reforma exprés
Una buena capa electoral todo lo tapa y Pedro Sánchez, siempre animoso, quiere tapar el enojoso asunto de su tesis doctoral reformando la Constitución. Quizá sea el camino más corto, pero es el que tiene más recovecos porque requiere tres quintos en las dos cámaras, lo que implica el apoyo del PP, que en un principio no está dispuesto a dárselo, ni siquiera en calidad de préstamo. Mientras, la gente de la calle se pregunta, con pocas esperanzas de recibir una respuesta, si es el momento idóneo, palabra que a mi inolvidable Paco Umbral le sonaba a duodeno, y la esquivaba siempre. Ahora lo que pretende Cataluña es que no se fume en los coches, aunque no sean de alquiler, sino propiedad del que va dentro. La Generalitat cree que la medida, aunque no dé la talla, protege a los llamados fumadores pasivos, además de evitar accidentes.
No sin exageraciones, la Dirección General de Tráfico compara usar el móvil con conducir borracho. Pero el caso es prohibir, como en los largos años de la dictadura, donde se decía que todo lo que no estaba prohibido era obligatorio. Los estudios sobre seguridad vial demuestran que hablar por teléfono mientras se conduce aumenta hasta cuatro veces el riesgo de sufrir un cacharrazo que puede ser el último.
Hasta los más confiados nos resistimos a creer a Calviño, que dice que ahora es el momento ideal para subir los impuestos. Penalizar a los dueños de los pisos vacíos es el objetivo, pero las medidas no abarcan únicamente a los ricos oficiales, sino a las personas que como usted y como yo, que no tenemos pisos vacíos, que se sepa. Ya que todo acaba sabiéndose.