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La paradoja dramática es que la prudencia no es suficiente para garantizar la salud

Jueves, 2 de julio 2020, 01:11

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Se ve por las calles de Madrid a la gran mayoría de la gente de toda edad y condición pegados a su mascarilla como si ... la hubieran llevado de toda la vida. Por Bilbao, exactamente igual. Atravesando medio país por la ruta de la A1 que va saltando de Vitoria a Burgos, de Burgos a Aranda, a Buitrago, Alcobendas y la Puerta del Sol, el paisaje es de una increíble disciplina asiática. No hay gasolinera, bar de carretera, restaurante, restop, terraza, tienda de moda, panadería de barrio, donde no se cumpla estrictamente con la obligación de llevar mascarilla. En los garajes comunitarios, en los ascensores, en los lavabos. Este país desmiente a cada paso su mala fama de ácrata mediterráneo. No somos Corea del Norte, pero dudo de que ellos sigan más disciplinadamente las ordenes de la superioridad.

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