El radicalismo tiene premio
Cataluña fue la gran protagonista de la campaña para las elecciones de ayer. Primero por la condena a los líderes del fallido 'procés'. Luego por ... los gravísimos incidentes que se han sucedido en protesta por la sentencia del Supremo.
Tenía, pues, el máximo interés conocer cómo se comportaba el electorado catalán. Y su decisión ha sido clara: premiar al secesionismo y, dentro de este bloque, elevar su respaldo a los más radicales.
De los 48 diputados que los catalanes envían al Congreso -una séptima parte del total de 350-, 23 son independentistas, uno más de los que tenían. Los cuatro partidos no nacionalistas se quedan en 18, uno menos. Y En comú Podem, coalición oficialmente contraria a la independencia pero que coincide con los secesionistas en pedir un referéndum para que los catalanes decidan su futuro, repite sus 7 parlamentarios.
A destacar que, por segunda vez consecutiva, ERC vuelve a ser la fuerza más votada. Aunque a la baja: pierde dos escaños y se deja casi dos puntos. La lista de los presidents, Junts per Cataluña, se va hasta los 8 diputados (tenía 7). Y la plancha más radical, la CUP, los aliados de Sortu, se hace con dos representantes en su debut en unas legislativas.
En el bloque no nacionalista el PSC resiste segundo con 12 diputados. Lejos, lejísimos, PP y Vox doblan su representación (pasan de un parlamentario a dos) gracias al descalabro en toda España de Ciudadanos, que se deja 3 de los 5 representantes que obtuvo el 28 de abril. Inconcebible que Albert Rivera se aferre aún a su cargo. Más aún, que pretenda seguir tras un congreso extraordinario.
Unos números que, junto a la espectacular subida de Vox en el conjunto de España, complican un poco más la salida el problema catalán porque el suflé secesionista sigue sin bajar. Y que en lo inmediato colocan a ERC como gran favorito para ganar las elecciones autonómicas que, se especula, podrían celebrarse en abril. Eso si Puigdemont y su vasallo Torra dan su brazo a torcer y aceptan disolver el Parlament, algo que sigue sin estar claro.
Esos números nos dicen también que el nacionalismo catalán podría tener un papel determinante para romper el bloqueo que afecta a la gobernabilidad de España. Solo podría. Porque es harto improbable que ERC se 'anime' a apoyar la investidura del socialista Pedro Sánchez. Y menos aún que éste lo acepte.
Cualquier paso tanto para intentar encauzar el gravísimo problema catalán como para que el soberanismo vuelva a jugar en la política española deberá esperar, al menos, hasta después de esas autonómicas. Y tampoco está claro que vaya a ser así, máxime si los 'indepes' insisten en sus exigencias: amnistía y referéndum.
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