Las paradojas del comediante
Las fiestas con pie forzado, un día mundial del libro, del agua o de la abuela, tienen algo de eso: de forzado. Llega la conmemoración ... del día del teatro este 2020 a contrapié, en un momento de individualidades más que vivas en la creación teatral y con ideas brillantes en un contexto de organización mediocre, pero por paradoja un día entre semanas de alarma y aislamiento social que van a negarle al teatro su savia: la reunión, el contacto. Un primer homenaje lo dictó Jean Cocteau en 1962 y cada año un nuevo mensaje se traduce a 50 idiomas y se lee en miles en teatros del mundo. En 2020 no podrá ser. Los medios de comunicación no sugieren estos días ir al teatro como un ocio viable, sería una quimera: las salas están cerradas. Y el teatro no se puede piratear, no permite la copia, el coleccionismo, no se guarda, no es un cuadro, un CD o un libro…
El teatro ha inventado ficciones de calamidad colectiva. La imaginaba como tema dramático con desarrollo propio. Un desastre rompe la causalidad, permite la irrupción del azar y exige una dramaturgia no lineal cuando las cosas no tienen lógica, y suceden sin sentido. Lo inesperado en un drama obliga a replantearse la realidad y exige otro modo de narrar, por eso interesó tanto al teatro del absurdo. Eugene Ionesco ('El rinoceronte'), amenaza con una humanidad mutante; Albert Camus (versiones de 'La peste'), imagina una invasión de ratas; para Fernando Arrabal ('Cementerio', 'Fando y Lis'), los humanos se organizan en la destrucción; en Pippo Delbono ('Il silenzio'), el volcán arrasa la ciudad; Rafael Spregelburd ('Todo'), reseña los desastres; Félix Pons denuncia la temeridad de la gentrificación en una Barcelona distópica ('Souvenir'); o el caos revolucionario es un alegato en Alfonso Sastre ('Teoría de las catástrofes')… Vislumbran, en su obra teatral o adaptada, el infortunio universal o la hecatombe natural, las guerras de destrucción, las plagas, la estupidez organizada… palabras de impacto que hoy emplean en el oficio para describir esta situación: 'Las consecuencias del coronavirus y el cierre de las salas son una catástrofe para el teatro', dicen...
No afecta igual a todos. Se dice que Shakespeare aprovechó su encierro en la peste de 1605 para escribir 'El Rey Lear', 'Macbeth' y 'Antonio y Cleopatra', y la peste asoma en «La tragedia de Romeo y Julieta». Para Antonin Artaud la peste misma era metáfora del teatro; en 'El teatro y la peste' poetiza con 'la similitud entre la acción de la peste que mata sin destruir órganos, y el teatro que, sin matar, provoca las más misteriosas alteraciones'. El pakistaní Shahid Nadeem en el mensaje de 2020 habla del 'teatro templo', precursor del cambio que hace avanzar a la humanidad, que repone la fuerza espiritual contra la apatía, el pesimismo, la avaricia, el desprecio por el planeta…
Una fiesta que no alegra, un homenaje al teatro cuando está cerrado, autores que piensan en las epidemias como apocalipsis o como epifanía, paradoja, conflicto, puro teatro. Del teatro siempre se dice que vive en crisis. ¡Acabe el virus y vuelva la crisis!
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