Pájaro millonario
Elon Musk lanza una operación para poner la libertad de expresión a su nombre
El magnate Elon Musk lanza por sorpresa una oferta hostil para comprar el 100% de Twitter. Al cambio, cuarenta mil millones de euros. En efectivo, ... al parecer. Luego el futuro está en las criptomonedas. Musk explica el movimiento de un modo graciosísimo que tiene que ver con la defensa de Twitter como «plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo». O sea, que quiere poner la libertad a su nombre. Y lo hace, como siempre, por nuestro bien. Así funcionan los gurús tecnológicos. En este caso, pasando por alto además todo lo bueno que Twitter ha hecho en nuestra sociedad por el lado de la libertad y la información. Volvemos a comprobarlo ahora que en Ucrania vivimos una tormenta de propaganda cruzada y no necesitamos periodistas sobre el terreno, profesionales conectados con la inteligencia colectiva de una redacción y respaldados por cabeceras sólidas y respetadas, sino a tuiteros como 'RusitoCaliente1984' que accede a todas las claves desde su silla 'gamer' en casa de sus padres.
A favor de Elon Musk, debo decir que tampoco me parece mal que se centre en Twitter si eso sirve al menos para que abandone un rato lo de la carrera espacial. Es que me da apuro que el magnate llegue a Marte el primero y los extraterrestres se piensen que todos los terrícolas somos como él. Qué vergüenza. Recuerden que Elon Musk, además de ser riquísimo y muy listo, cree que tiene gracia. Y en los Tesla ha puesto un dispositivo para que el conductor proyecte ruidos de ventosidades bajo el asiento de los pasajeros. Que ese hombre le ha puesto a uno de sus hijos recientes de nombre «AE A-12». La madre del niño es una artista musical y cibernética. Luego la gente acaba en el psiquiatra. ¿Cómo vas a perdonarles a tus progenitores que, en vez de tener un nombre, te llames como un modelo de caldera?
Otra cosa que puede que antes o después termine todo el mundo preguntándole a su terapeuta es qué diablos hacen perdiendo tanto tiempo y tanta energía en Twitter. Como siempre estoy dispuesto a colaborar en la terapia, aquí va una intuición reveladora: Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Elon Musk le señalan el camino a la humanidad, pero ellos mismos -solo hay que verlos- no parecen exactamente humanos.
PAÍS VASCO
Verano fanático
Le ha salido a la izquierda abertzale una escisión juvenil que lo mismo te lo tira por el antivacunismo que por Vladímir Putin y los modélicos ultras serbios. El desastre es tan manifiesto que lo publicita sobre todo el PNV. En Sortu, en cambio, no salen de su asombro. Pónganse en su cabeza. Por alguna razón inexplicable, los jóvenes patriotas no consiguen entender que, oprimiendo como oprimen de un modo salvaje y ancestral los Estados español y francés al pueblo vasco, tienes tú un gran mérito al no sostener al menos con tus votos al Gobierno francés. Hay por lo demás un extra de sarcasmo estacional en el hecho de que la izquierda abertzale mire ahora con preocupación hacia el verano. Les resulta inadmisible que los espacios festivos del país puedan consagrarse a mayor gloria de una ideología fanática, excluyente y bastante homicida. A una que no sea la oficial, la adecuada, la de siempre, quiero decir.
BILBAO
¡Ese móvil!
Yo sé que ustedes me tienen por la más dulce de las personas, pero no lo soy. De no existir las cárceles, mataría a quien en el cine, en medio de una película que incluso puede ser del Doctor Extraño, ilumina su teléfono, distrayendo mi atención y recordándome que el mundo está mal hecho. Por eso aplaudo al maestro William Christie, que el miércoles casi asesina en Bilbao al espectador al que le sonó el móvil mientras sonaba una pieza de Couperin. Bien hecho. Que cunda el miedo. Porque el móvil ni siquiera es como la tos. Se puede apagar.
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