Su salud, gracias
Osakidetza actualiza las tarifas de los servicios que el ciudadano no paga pero sí financia
La idea de que el ciudadano salga del hospital sabiendo el coste de lo que le han hecho allí dentro es antigua y pedagógica. Tiene ... que ver con desterrar la creencia de que lo público es gratis y con fomentar el uso racional de los recursos. Iñaki Azkuna habló de empezar a pasar la cuenta informativa cuando fue consejero de Sanidad en los noventa. Pero la idea no fue más allá. Por entonces en Cataluña, Galicia o Navarra el ciudadano sí comenzó a recibir su factura sanitaria. Y en 2010 la ministra Trinidad Jiménez anunció la llegada de la llamada 'factura en la sombra' a todo el país. Pero nunca llegó. Siguió en la sombra. Ninguna comunidad distribuye ya esa información. ¿Por qué? Cabe suponer que la moderación del gasto conseguida no fue reseñable. Aunque prefiero pensar que lo que ocurrió fue que los donantes de órganos comenzaron a corresponderle al sistema de salud con un presupuesto detallado: precios más IVA, formas de pago contra entrega, etc.
En términos informativos, debería poderse encontrar un punto medio entre la barra libre silenciada y la distribución de facturas a tu nombre en el posoperatorio, cuando abres los ojos y deseas que esa luz intensa sea un plafón y no la resolución del misterio. Osakidetza tiene actualizadas sus tarifas porque hay aseguradoras, mutuas o ciudadanos extranjeros a los que sí se les cobra el servicio prestado. Se trata de una información interesante que debería estar al alcance del contribuyente. Porque él es el que no paga la operación y también el que lo financia todo con sus impuestos. Y, bueno, está todo carísimo. La noche de hospital a 1.200 euros; el transplante cardíaco a 134.000.
Fuera del hospital también cuestan las cosas. 63 euros una cita ambulatoria, 31 una telefónica. Cualquiera entiende que un problema de salud que, sin ser necesariamente grave, sea medianamente complicado supone una suma de conceptos en la factura que la haría en el mejor de los casos muy difícil de pagar: consultas, pruebas, intervenciones, más pruebas, recuperación. Una cuenta así serviría para recordar que la asistencia sanitaria universal y gratuita es un logro civilizatorio. Aunque esa es una lección que en cualquier vida termina siendo inevitable y hay quien ni aun así parece darse cuenta.
Borrás: escasa multitud
Comenzó el juicio por lo de los contratos a dedo y Laura Borràs no llegó al juzgado en olor de multitud. Llegó en olorcillo. Apoyándola frente a las cámaras estaban Quim Torra, Jordi Turull y algunos fans. Pero no había multitudes ni Govern, ni nadie de Esquerra, Òmnium o la Cup. «Se le va a aplicar el Código Penal del enemigo», dramatizó Turull. Y no se sabe si con lo de enemigo se refería a España, a Esquerra o al sector de Junts que quiere deshiperventilarse y regresar al posibilismo convergente. Como en el independentismo lo que no es propaganda es fratricidio, Borràs se dibujó ante el tribunal como la víctima de un juicio paralelo… hecho por Esquerra. Mientras tanto, diputados de ese partido amplificaban la información ignominiosa: en el juicio estaba todo el mundo, hasta los jueces y fiscales, hablando en catalán, y el abogado de Borràs, Gonzalo Boye, era el único que lo hacía en español: el código lingüístico del enemigo.
Ucrania: cazas y medallas
Mostrando la indiferencia que ya debió fingir cuando no pasó el casting de 'Danko, calor rojo', el portavoz del Kremlin Peskov dijo ayer que a Putin le da igual que Francia le retire la Legión de Honor. Es que, tras condecorar a Zelenski, Macron se lo está pensando. Y ha dejado caer que ya descondecoró a Harvey Weinstein. La guerra es trágica y ridícula. Pedro Sánchez dijo el jueves por la noche que con los cazas para Ucrania lo importante es coordinarse bien. La ministra de Defensa informó ayer de que, en realidad, no tenemos cazas para Ucrania.
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