Apagón y taquígrafos
España ·
El Gobierno informa de que el cero eléctrico del 28 de abril fue multifactorial sin entrar en detallesQue el informe sobre el gran apagón del 28 de abril requería pesquisas complejas y llevaría entre tres y seis meses, pero tirando a «más ... de seis meses» para que el informe fuese «fáctico», lo anunció Sara Aagesen el 6 de mayo. Pulverizando los plazos, batiendo todas las marcas, la ministra de Transición Ecológica presentó ayer, menos de dos meses después, las conclusiones del informe. «¿Pero ya ha quedado fáctico? ¿No será eso, con las prisas, poco fáctico?», habría preguntado yo de estar destinado en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros. Sin embargo, los compañeros se deben a la actualidad y parecían ayer más interesados en Cerdán y Ábalos, en las mordidas y las meretrices, en los socios de Gobierno negándose a que los fotografíen con el presidente del Gobierno. Es fácil pensar que eso explica la velocidad con la que surgió ayer el informe sobre el apagón. Que la actualidad sea una sucesión de crisis posibilita un recurso muy curioso: esquivar la crisis del momento recurriendo a la crisis anterior. Y viceversa.
A favor de Sara Aagesen, hay que decir que en el Gobierno existen dos modalidades de ministro y ella pertenece a la que sí parece dominar los temas sobre los que habla. Ayer proporcionó un montón de información técnica que resultaba perfectamente incomprensible y algunas conclusiones claras, que resultaron sorprendentemente ecuménicas.
Así, la causa del cero eléctrico fue multifactorial, lo que quiere decir que el Gobierno responsabiliza a las energéticas pero también a Red Eléctrica, el famoso operador privado de mayoría accionarial pública. ¿En qué proporción lo hace? Eso no se sabe. Aagesen informó ayer de que el informe no entra a definir «los porcentajes de causalidad en el evento». De eso, anunció la ministra, se encargarán los procesos administrativos y judiciales.
Se intuyen esos procesos batallas encarnizadas que derivarán en indemnizaciones millonarias. Pero también, medido en crisis, batallas lejanísimas. Llegarán cuando el gran apagón sea un recuerdo borroso, quizá el de un tiempo mejor en el que nos quedamos sin cobertura, entendimos que el ataque ruso era inmediato, y el fin inevitable, y nos fuimos como país, resignadamente, a tomar el aperitivo a oscuras.
Oriente Medio
Voz de América
El conflicto entre Israel e Irán no deja de escalar al modo dramático en el que escalan las guerras, aunque con una novedad comunicativa: mientras las redes se llenan de imágenes propagandísticas generadas por IA, el presidente de Estados Unidos transmite a gritos sus erráticos posicionamientos sobre lo que ocurre. A veces lo hace a través de mensajes en 'Truth Social' y a veces soltando dos frases mientras camina hacia un coche o un avión. Ayer Trump instó a Irán desde su propia red social a la «¡rendición incondicional!». A las exclamaciones, súmenle las mayúsculas. Ya ni sorprende la puerilidad y el énfasis de esos mensajes. Plenamente instalado en una lógica de dibujos animados, uno al leerlos solo piensa que sería raro que el ayatolá Jameini tuviese perfil en el Twitter de Trump. Ayer el presidente de los Estados Unidos anunció que saben dónde se esconde Jameini, pero que no van a eliminarlo -o sea, «¡matarlo!»- al menos por ahora. «Gracias por su atención en este asunto», terminaba Trump, como si en lugar de escribiéndolo en el móvil estuviese transmitiéndolo por radio al otro lado de las líneas enemigas, igual que Robert Sherwood en 'Voice of America', solo que exactamente al revés.
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