El orden y el caos
Furgón de cola ·
John Bercow, el 'speaker' que berreaba «¡Orden!», se pasa de los 'tories' a los laboristasEs imposible no admirar la democracia inglesa. Yo creo que lo hago desde 1996, cuando el parlamentario George Gardiner denunció que en su partido le ... ponían trabas para la reelección por su aspecto físico y la prensa corrió a buscar la verdad, atestiguando que el político 'tory' tenía pinta de «Drácula abandonado bajo la lluvia» y cara de «sabueso belga con una espantosa resaca».
Es en esa línea de ejemplaridad británica donde hay que situar a John Bercow, el 'speaker' de la Cámara de los Comunes que se hizo famoso por sus gritos de «¡Orden, orden!». Sonaban como si Charles Laughton se hubiese comido a Oliver Reed. En realidad, todo Bercow sonaba así: grave, rebuscado, irónico, pendenciero. Durante sus diez años al frente del Parlamento, su especialidad consistió en pisotear la imparcialidad, pero en dirección contraria: maltratando a su partido, que era el conservador. Las razones presentables tienen que ver con el rechazo de Bercow al Brexit y con la defensa de la Cámara, pero las impresentables suenan mejor: Bercow combina la ambición personal con el clasismo inverso. Siendo el hijo de un taxista judío del norte de Londres, disfrutaba horrores ordenándoles a gritos a David Cameron y Michael Gove, tan oxonienses ambos, que dejasen de «rezongar y chirriar», como los grillos, en sus escaños.
La furia viajaba del mismo modo en el sentido inverso. Simon Burns, ministro de Sanidad, llegó a llamar a Bercow «estúpido enano mojigato» en el Parlamento. ¿He dicho que la democracia inglesa es ejemplar? Bercow no pasa del uno setenta y David Cameron transformó el incidente en un chiste que giraba a grandes rasgos sobre los Siete Enanitos. Pues bien, ayer John Bercow anunció que se pasa al Partido Laborista, ya que encuentra al Partido Conservador «reaccionario, populista, nacionalista y a veces hasta xenófobo». Así se cambia uno de bando, con escándalo y grandeza en el insulto. Y no como Marta Rivera de la Cruz, que se dio de baja de Ciudadanos mes y medio antes de entrar por lo bajini en el nuevo Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Tenemos mucho que aprender del Reino Unido, esa democracia tan asentada que ni necesita Constitución. Nos falta grandeza. Y chistes de enanos.
CATALUÑA
Rebeldes en casa
Oriol Junqueras desvela ahora que los indultos demuestran «las debilidades» del Estado y son por tanto un triunfo para el independentismo. Pues otra jugada maestra. Es que ni se ven venir. Y mira que yo me fijo en Josep Rull -desde los dieciocho en Convergencia, desde los veinticinco en nómina- porque entiendo que encarna como pocos la verdad profunda del 'procés'. Recuerden que el primer lunes con el 155 en vigor él sí fue a su despacho para dejar claro que solo respondía ante el pueblo de Cataluña. Llegaron dos mossos, le dijeron que no podía estar allí y se fue al instante, aunque tuiteando que seguía con su agenda. Ahora Rull acepta como todos el indulto, pero no por él, sino por su familia. Y lo hace «rebelándose». Lo anunció el fin de semana: él no caerá en «el terreno del miedo» y seguirá pensando lo que piensa. Ahí queda ese desplante torero y retador, tan temerario. Sin un toro en mil kilómetros a la redonda.
País Vasco
A tiempo
El Parlamento vasco aprueba el jueves la ley antipandemia. Y el jueves el Gobierno levantará la obligación de llevar mascarilla en el exterior. Tampoco falta mucho para que el lehendakari levante por su parte el estado de emergencia que activaría en gran medida la nueva ley. O sea, que la ley antipandemia llega a tiempo para terminar en un cajón. Si hay suerte, hasta la próxima pandemia. Pues nada, que no lo veamos. Esto no es como cuando te compras un abrigo a destiempo y te apetece que llegue el frío para estrenarlo. Es exactamente al revés.
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