Homo Schengen
Furgón de cola ·
El debate sobre la desescalada se traslada a las fronteras exteriores e interioresDesde que soy epidemiólogo, tengo una visión más pesimista de las cosas. Todo son problemas. Ahora me reprocho el error inicial, que no tuvo que ... ver con el 8-M sino con abandonar la caza y la recolección. Fue al hacernos sedentarios cuando las enfermedades infecciosas se volvieron endémicas. Si te estás quieto, mal. Y, si te mueves, aún peor: el cólera fue durante siglos una enfermedad endémica propia de India hasta que llegaron los ingleses, con sus barcos, su imperio, su comercio y su necesidad de comer cualquier comida que no fuese inglesa. Treinta años después, el cólera causaba ya estragos en los cinco continentes.
Para conseguir el mismo efecto, hoy basta una semana. «¿Quién iba a pensar que entre diciembre y marzo habría cincuenta vuelos directos entre Wuhan y Estados Unidos?», se preguntaba el otro día Thomas Friedman, dando a entender que el planeta ya no solo es plano, sino que se ha inclinado y rodamos cuesta abajo. La movilidad es la clave y ahora llega un momento interesante. Si dejar que la gente se mueva por una provincia cerrada y controlable era un desafío, imagínense lo que es dejar que la gente se mueva en serio. La mayoría de los países de la UE están listos para que el 15 de junio se reabran las fronteras interiores y Schengen vuelva a ser la contraseña para ir silbando desde Lisboa a Helsinki. Europeos, a volar. Sin embargo, Italia y España, dos de los países que más viajeros reciben, exigen que la apertura de fronteras se haga de un modo coordinado. Temen que los turistas huyan al primer destino disponible y que el Báltico sea el nuevo Mediterráneo. Y todo eso suena aun más raro cuando la movilidad interior sigue siendo una quimera. Porque el vasco será sedentario pero quiere Schengen, o lo que haga falta, para ir a la casa de la playa o incluso para ver a la familia de La Rioja, Cantabria o Navarra. Todos en fase 3.
Ayer el ministro Illa insistió en que el movimiento entre comunidades solo podrá darse en la nueva normalidad. Ese día igual no sabes si irte a Laredo o a Helsinki. Pero la nueva normalidad se desdibuja. Desde el lunes, ya en fase 3, puede decretarla Urkullu, que para algo pasa al mando. Se insiste mucho en esto. El lehendakari asume el mando. Como si viniese Urkullu, no sé, de mandar poco.
Trump
Médium en jefe
Hay un nivel en el que Donald Trump no es ya tan inexplicable como disfuncional o erróneo. Ese nivel tiene que ver con lo más simple y humano y se muestra, por ejemplo, cuando no solo no percibe que está haciendo o diciendo algo ridículo, sino que tampoco percibe la estupefacción y la incomodidad que se genera a su alrededor. Ayer, en una conferencia de prensa sin preguntas de la prensa convocada para anunciar unos datos del paro sorprendentemente mejores de lo esperado, Trump pareció querer incluir algo empático sobre George Floyd. Y soltó que Floyd estaba «mirando desde el cielo» y sintiendo que era «un gran día para el país». De algún modo, Trump intentaba hablar sobre igualdad racial, pero le quedó todo tan raro que pareció estar diciendo que a George Floyd le hace tan feliz la política económica de su Administración que lo de que le haya asesinado un policía en plena calle ya ni lo tiene en cuenta.
Sanitarios
Palmas y puños
Los sanitarios desconfían. Quieren que se mejoren sus condiciones de trabajo mientras comienzan a salir sentencias que señalan su desprotección durante la pandemia. Incluso lo hace el premio Princesa de Asturias, que ha recaído en el colectivo. Sobre algunos sanitarios del colectivo recaen ya golpes. La vieja normalidad. En las últimas horas ha habido agresiones en Málaga, Córdoba, Ausejo y Marbella. Sin buscar mucho. En los despachos se expelen excusas y los de los balcones pasan de las palmas a los puños. Como para no desconfiar.
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