Generales en política
La cosa no tiene nada que ver con el ejemplar -¡aún emociona!- Gutiérrez Mellado, enhiesto ante los disparos golpistas por dignidad, por oficio, de pie ... ante el miserable Tejero que, pistola en mano, quería derribarlo, y con él a la democracia, un 23 de Febrero de 1981. Enjuto y con la ideas democráticas -militares y civiles- claras, Mellado, vicepresidente del Gobierno con Suárez, soportó aquella llave de judo torpe, miserable, del golpista que decía que venía a 'salvar a España'.
No tiene nada que ver aquella imagen de dignidad con los que han venido luego. Julio Rodríguez se fue con Podemos después de ser el mandamás de los militares españoles con Zapatero. Un lince de guardia debió pensar: pongámoslo en Zaragoza para el Congreso, que allí hay mucho militar. No salió. Luego lo parachutaron a Almería, y tampoco salió. No hacía falta tener mucha información para saber que IU surgió contra la OTAN y que Rodríguez era general de la cosa. Los de IU, antes muertos que sencillos, no lo votaron. Pablo Iglesias -ha vuelto hecho un 'pitufo gruñón'- lo cooptó hasta por perifrástica y ahora no sabe qué hacer con el general, ni para municipal. Carmena no lo ve, no lo puede ni ver.
Lo de ahora de Vox es un desembarco: media docena de generales de tierra, mar y aire, ya retirados, espoleados por lo que ocurre en Cataluña y que parecen venir a enmendar la supuesta falta de coraje de los políticos para enderezar la situación. Entran en política para sentarse en el Congreso de los Diputados, espero que sin uniforme, y apoyan a alguien que nos habla en exagerados términos agonísticos de todos los problemas: la unidad de España, la inmigración, el feminismo, ahora el uso de armas en régimen de barra libre por los civiles.
Esta incorporación de militares supone un retroceso en términos democráticos, máxime cuando alguno de ellos, después de haber sido condecorado por sus méritos en tiempos de democracia, ha firmado un manifiesto laudatorio sobre el dictador que durante cuarenta años, con sus días y sus noches, aplastó las libertades, esas de las que hoy disfrutamos.
A los militares españoles, necesariamente condicionados en su mayoría por la dictadura en la que derivó la Guerra Civil, les metieron en vereda democrática los gobiernos socialistas a partir de 1982, con sus misiones fuera de España y con la entrada en la OTAN, que los sacaron de los cuartos de banderas y del ensimismamiento en cuestiones internas. Hicieron los deberes democráticos y soportaron los atentados sistemáticos de ETA, que tenía a los generales como diana preferida. Saben los militares que gracias a la voluntad política que cuajó en la Constitución hemos vivido la etapa mas fructífera de libertades y democracia de nuestra historia, no deberían apoyar a un partido que tiene mucho de anticonstitucional.
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