Ilustración: José Ibarrola

Oportunidad perdida

La IV Cumbre UE-CELAC celebrada en Colombia ha pasado por alto acuerdos en migración y en intercambios educativos en enseñanza superior

Francisco Aldecoa Luzárraga

Presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo y catedrático emérito de Relaciones Internacionales

Viernes, 21 de noviembre 2025, 00:31

Se ha celebrado en Santa Marta, Colombia, la IV Cumbre UE-CELAC, formato que continúa las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno que se vienen celebrando entre ambas regiones desde 1999, con las que se creó la Asociación Estratégica UE-América Latina y el Caribe. En esta ocasión, para muchas organizaciones de sociedad civil y autores, el objetivo era dar un paso más, y pasar de la Asociación a la Alianza Estratégica, después de los 25 años de la misma y teniendo en cuenta los nuevos desafíos comunes a los que nos enfrentamos tanto América Latina como Europa, especialmente frente a la política del actual Presidente Trump de los Estados Unidos. Sin embargo, al leer la declaración conjunta tras la Cumbre, solo se dan avances muy parciales.

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El Consejo Federal Español del Movimiento Europeo ha publicado tres libros sobre estas relaciones, titulados los primeros «El futuro de la relación entre Europa y América Latina» (editado por Francisco Aldecoa y José Ángel Sotillo, Madrid, Catarata, 2023) y «Las singladuras pendientes entre América Latina y Europa» (también editado por Francisco Aldecoa y José Ángel Sotillo, Madrid, Catarata, 2024). Más recientemente, «La alianza estratégica de Europa y América Latina en un nuevo escenario global. La integración académica birregional para preservar nuestra comunidad de valores e intereses» (editado por Francisco Aldecoa y Héctor Casanueva, Madrid, Catarata, 2025). El segundo y el tercero cuentan con importantes prólogos de Josep Borrell.

En esta última edición, planteamos la necesidad de profundizar las relaciones entre Europa y América Latina, especialmente como consecuencia de la política de Trump, contraria a ambos continentes, tanto en el ámbito del respeto del Derecho Internacional, Derecho Humanitario y los Derechos Humanos, como en la política comercial, en la que plantea una vuelta al proteccionismo económico con fuertes aranceles, y, por último, la expulsión de Estados Unidos de varios millones de migrantes, especialmente latinoamericanos, incluso algunos nacidos allí.

En los dos libros anteriores habíamos desarrollado la idea de que Europa y América Latina tienen, cada vez más, unos intereses comunes, unos valores compartidos y una misma visión del mundo. Este tema sí que se recoge en el punto 5 de la declaración conjunta de la Cumbre de Santa Marta, cuando señala «renovamos la importancia estratégica de una relación birregional basada en valores e intereses compartidos, en sociedades resilientes, inclusivas y democráticas; en la promoción, protección y respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales…».

En la actualidad, la política de Trump en su segunda legislatura se dirige claramente contra estos valores compartidos y la misma visión del mundo, la cual los Estados Unidos no comparte con Europa y América Latina. Esta visión consiste en una profundización de los derechos humanos, como puede ser la ausencia de la pena de muerte, la aplicación del Estatuto de Roma sorbe la Corte Penal Internacional, donde Estados Unidos no solo no es parte si no que persigue a sus funcionarios, o el Acuerdo París sobre el cambio climático, del que se van a cumplir diez años y del que Trump ha solicitado su retirada a su llegada a la Casa Blanca. También ha planteado su retirada de la OMS, la UNESCO e incluso ahora pone en cuestión la OMC.

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Quizás, donde nos encontramos con un completo antagonismo, entre Estados Unidos y la posición compartida de Europa y América Latina, es en la cuestión comercial, donde Trump busca establecer aranceles altos a ambas regiones, que en algunos casos alcanzan el 50%, como es el caso de Brasil, o la India, en otras latitudes. La Unión Europea mantiene una posición antagónica, que es la de la liberalización comercial, que está dirigiendo especialmente hacia América Latina, y se está negociando en el mundo hasta con 60 Estados, entre ellos especialmente con Brasil.

Me ha sorprendido que en la declaración conjunta UE-CELAC de Santa Marta no se diga nada del tema más importante, que es el acuerdo comercial UE-Mercosur, que lleva doce años negociándose, se rubricó en diciembre de 2024 cuando nadie pensaba que iba a poder entrar en vigor. Esta zona de libre comercio, será la más importante del mundo, y estamos seguros de que se podrá extender al resto de América Latina, así como en Europa, se extenderá también a los de la Comunidad Política Europea (47 Estados, todos los europeos menos Rusia y Bielorrusia).

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Sin embargo, gracias a Trump, los países europeos que ponían objeciones para facilitar la mayoría cualificada para su aprobación en el seno del Consejo, especialmente Francia, Polonia, Austria o Países Bajos, entre otros, han cambiado de posición y, en la actualidad, hay una impresión generalizada de que se va a firmar de manera definitiva, posiblemente, antes de que acabe el año. Para que Francia lo acepte, ha habido que diseñar una cláusula de financiación europea para los perjuicios que obtengan determinados sectores agrícolas y ganaderos como consecuencia de la aplicación de este acuerdo.

Para América Latina tiene especial importancia el tema de la expulsión de migrantes en Estados Unidos, que según las propias estimaciones de Trump, podría alcanzar a más de 10 millones. En la actualidad, las deportaciones están entorno a 1 millón. En Europa, existe la percepción de que habrá que llegar a un acuerdo importante de migración con América Latina, dado que necesitamos mano de obra de la que precisamente se está expulsando de Estados Unidos, especialmente en sectores tales como industria, salud, hostelería o cuidados… Pese a ello, en la declaración conjunta UE-CELAC al hablar de la migración, en el punto 47, es claramente insuficiente.

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Un tema especialmente importante para nosotros, que habíamos solicitado desde el Foro Académico Birregional a las partes de la Cumbre, es la aprobación de un tratado de integración académica entre Europa y América Latina, que sería, de alguna manera, la extensión del Espacio Europeo de Enseñanza Superior, aprobada por los rectores en Bolonia en 1999, y que tan importantes resultados está dando, como el desarrollo del famoso programa Erasmus de 1987, que contemplaba únicamente la movilidad estudiantil.

Las actuales circunstancias en las que la Administración Trump está poniendo muchos problemas a los visados para estudiar en Estados Unidos, incluso para aquellos estudiantes extranjero con sus estudios ya en curso en el país, facilita y exige que esta creación del Espacio Eurolatinoamericano de Enseñanza Superior se pueda poner en marcha. Sin embargo, la citada declaración ha perdido una oportunidad, ya que únicamente hace una muy vaga referencia a la educación y a la investigación en su punto 46. Es necesaria la integración académica birregional para la preservación de nuestros valores e intereses.

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Por todo ello, entendemos que la Asociación Estratégica entre Europa y América Latina que ha venido funcionando durante 25 años, con una gran potencialidad pero con resultados muy limitados hasta ahora, tenía en la actualidad la oportunidad de hacer un avance definitivo. Hay que recordar que la virtud de la Alianza Europa-América Latina es tremenda, ya que son el único conjunto de países de la sociedad internacional que tienen estos intereses comunes, valores compartidos y una misma visión del mundo. Especialmente, ambas regiones defienden con fuerza el multilateralismo, como se recoge en el punto 4 de la declaración conjunta, y que actores como Trump están poniendo en cuestión.

Por ejemplo, en la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas de finales de septiembre de 2025, el 82% de la cámara apoyó reconocer a Palestina como Estado. De esos países que apoyaron su reconocimiento, casi la mitad son países europeos o latinoamericanos. Desde mi punto de vista, esa posición común es la que le ha hecho cambiar al Presidente Trump, y que permitió plantear el importante acuerdo de paz del 29 de septiembre, tres días después de la Asamblea de la ONU, al constatar su falta de apoyos. La firma de este acuerdo de paz se produce el 13 de octubre y, a pesar de sus limitaciones, está suponiendo un paso para la paz en Gaza. Es importante recordar que, en su intervención en las Naciones Unidas, Trump defendía la desaparición de la ONU. Sin embargo, en la segunda parte de la propuesta del plan de paz exige la aprobación del Consejo de Seguridad.

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