En la mesa con EH Bildu
- EDITORIAL - ·
El Gobierno da legitimidad a la izquierda abertzale al tratarla como un interlocutor convencional sin que haya abjurado de su pasadoEl COrreo
Viernes, 25 de septiembre 2020, 00:16
Dos vicepresidentes del Gobierno se han reunido con EH Bildu en apenas una semana en busca de su apoyo a los Presupuestos del Estado. Carmen ... Calvo se entrevistó el miércoles en el Congreso con la portavoz Mertxe Aizpurua, a la qaue Pablo Iglesias recibió en su despacho oficial el pasado día 16. Esos encuentros no tienen precedente en las más de cuatro décadas transcurridas desde la Transición. Ningún Gobierno de España había legitimado hasta ahora a la izquierda abertzale como un interlocutor convencional en el juego político. Ninguno había buscado abiertamente su socorro para articular una mayoría, por muy importante que fuera la votación, ni se había prestado a escenificar citas con ella en un clima de aparente sintonía. Lo impedía el listón de la exigencia ética y democrática asumida como propia por el PSOE y tozudamente incumplida por los herederos de Batasuna: una condena sin paliativos del terrorismo de ETA, el reconocimiento de que nunca tuvo razón de ser y una sincera autocrítica de sus años de subordinación a los dictados de la banda. Nada de eso se ha producido para justificar semejante viraje.
Pedro Sánchez ya ha demostrado sobradamente que antepone a la firmeza en los principios el tacticismo cortoplacista de superar a cualquier precio el próximo obstáculo que encuentre en el camino. Pero hasta los llamativos escorzos a los que pueden obligar las apreturas parlamentarias han de tener un límite. El de no entablar una relación normalizada con EH Bildu mientras no abjure de su pasado más oscuro ha quedado hecho trizas. Ello no solo subleva a las Juventudes Socialistas de Euskadi, que han tenido el valor de expresar en público sus objeciones. Además, 'blanquea' a la izquierda abertzale, rebaja la presión sobre ella para que admita su trágico error al dar cobertura a ETA y desconcierta a las víctimas.
Es loable la apuesta de EH Bildu por implicarse en el juego de las instituciones democráticas que despreciaba hace unos pocos años. Y legítima su pretensión de rentabilizar al máximo sus escaños e influir en Madrid. Lo único excepcional es que un presidente socialista rompa con la trayectoria de su partido -uno de los más azotados por el terrorismo-, en busca de una baza más, que ni siquiera es imprescindible, para salvar una votación en el Congreso. Poca imagen de estabilidad ofrece un Gobierno que depende del independentismo catalán y de la izquierda abertzale.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión