Fumarse la salud
El inquietante aumento del consumo de cigarrillos electrónicos en Euskadi aconseja una concienciación social sobre sus peligros
Los sanos hábitos de vida avanzan en Euskadi a un ritmo que deja entrever los beneficiosos efectos de las sucesivas campañas de concienciación y de ... las medidas restrictivas aprobadas por las instituciones. Pero, sin desdeñar tales progresos, todavía son inferiores a los deseables. El consumo de tabaco ha caído al menor nivel de las tres últimas décadas, de cuando datan los primeros registros oficiales: el 19,7% de la población fuma a diario y el 23,3% lo ha hecho en el último mes, según la Encuesta de Adicciones que acaba de publicar el Gobierno vasco. El alcohol también desciende, si bien el número de personas que bebe de forma habitual sigue siendo alto, advierten los autores del estudio. Mientras, el cannabis se mantiene a la baja, pero las elevadas dosis que ingiere una parte apreciable de sus usuarios lo convierten en un serio factor de riesgo para su salud.
El dato más preocupante del informe es la creciente implantación del cigarrillo electrónico, que se ha extendido al 15% de la población -el triple que en 2017-, con una especial incidencia entre los más jóvenes; en numerosos casos, en personas que no fumaban con anterioridad. Es preciso analizar con detalle las causas de ese ascenso, que contrasta con la evolución de otras drogas legales, para actuar en consecuencia. Aparte del aumento de los puntos de venta, con toda probabilidad ha influido la falsa imagen que vincula esos dispositivos con supuestas connotaciones ventajosas que en realidad no existen y los disocia de sus graves peligros para la salud, equiparables a los del tabaco tradicional. Esa situación, unida a la firme apuesta del sector por impulsar el vapeo a fin de captar nuevos clientes o reconducir a una porción de los actuales que ven en él una alternativa más moderna y menos nociva, aconseja una decidida sensibilización social sobre las verdaderas amenazas que implica. Resultaría desastroso que los grandes esfuerzos desplegados para reducir el tabaquismo, cuyos resultados son notorios, cayeran en saco roto por el auge de otras fórmulas igualmente dañinas.
La muerte de más de 1.600 personas de media en Euskadi por cáncer de pulmón cada año, según las cifras ofrecidas ayer por el Gobierno vasco, refleja de forma elocuente los estragos que origina esta adicción pese a los logros alcanzados en el pasado reciente. Un factor a tener en cuenta es el sostenido incremento de mujeres fallecidas por tumores de ese tipo, en contraste con el descenso de los varones.
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