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Opinión

La cortina de la regeneración

La mejoras que necesita la democracia española van más allá del ruido creado por el Gobierno tras el amago de renuncia de Sánchez

Domingo, 5 de mayo 2024, 00:07

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Hasta las democracias con una mayor calidad reconocida tienen deficiencias por subsanar. Su continuado perfeccionamiento es un objetivo irrenunciable, aunque la concreción de las carencias y las fórmulas para superarlas suelen estar sujetas a tales discrepancias que resulta extremadamente dificultoso articular consensos incluso sobre qué materias deberían ser objeto de mejora. Mucho más, por tanto, sobre los mecanismos para progresar en ese terreno. Tras su desconcertante amago de dimisión, Pedro Sánchez ha lanzado un debate sobre la «regeneración democrática» en nuestro país que, aunque siempre sea oportuno, más bien parece oportunista: una cortina de humo para desviar la atención de la mediación de su esposa con empresas beneficiadas por el Gobierno; una práctica sin precedentes sobre la que La Moncloa se niega a dar explicaciones y que quizás no sea delictiva, pero se antoja estéticamente indefendible.

Es sospechoso que, después de seis años en el cargo en los que ha impulsado meritorios avances sociales, el presidente haya caído ahora en la cuenta de graves problemas que amenazarían los derechos y libertades y dibuje con tintes apocalípticos una España controlada por oscuros poderes reaccionarios. Que lo haga justo cuando sobre Begoña Gómez pesa una chapucera querella por presunto tráfico de influencias. Y que las medidas esbozadas para superar esa crisis se limiten a la obligada renovación del Consejo General del Poder Judicial -torpedeada de forma injustificable por el PP-, que es urgente, con una cuestionable rebaja de las mayorías previstas para no contar con la oposición, y a un intento de asfixiar a medios críticos con un eventual recorte de la publicidad institucional. Todo ello, entre críticas a la independencia de los jueces y la gratuita descalificación como «bulos» de todas las informaciones que no son de su agrado, como si las injurias, calumnias y difamaciones gozasen de impunidad.

Nuestro sistema democrático necesita reformas que, sin descartar la Justicia, afecten a la transparencia de las instituciones, el funcionamiento de los partidos -listas electorales, disciplina de voto...- y su financiación, entre otros ámbitos. La regeneración que proclama el Gobierno se contradice con el insólito nombramiento de una ministra de Justicia como fiscal del Estado, de su sucesor como vocal del Tribunal Constitucional y con la colonización del CIS, RTVE o la agencia Efe con militantes socialistas o personas afines.

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