Definiciones

Cuando al Sr. Zoido le preguntaron sobre la ya famosa pitada que una parte de la afición barcelonesa dedicó al himno español su respuesta («sin ... duda el gobierno tiene un firme compromiso de erradicar la violencia del mundo del deporte») logró un titular que convirtió momentáneamente los ojos de quienes lo leyeron (o escucharon) en dos enormes protuberancias: «Según el ministro Zoido pitar el himno es violencia». De un tiempo acá buena parte de lo que era libertad de expresión se ha transformado en delito y mientras ETA anuncia su disolución para sellar los seis años de cese en su siniestra actividad las definiciones de terrorismo y enaltecimiento del terrorismo crecen y buscan cosas a las que aferrarse. No digamos la de violencia. Sin embargo al Ministerio de Agricultura y Pesca no le encaja en la definición que se siga expoliando el coral rojo de la Costa Brava y acaba de autorizarlo. Científicos del CSIC avisan de que la única forma de preservar las colonias de coral es parar las extracciones, pero el papel donde pusieron sus conclusiones no vale nada, no como esos documentos que, sin existir, se pagan en dinero o en másteres. La Generalitat prohíbe recoger coral en las aguas interiores sobre las que tiene competencia; el Gobierno central sigue el principio de «saquea hoy, que ya lo pagarán otros mañana». Esto es violencia contra la naturaleza y, por tanto, contra las personas, pero como no nos llega el primer tortazo, sino sus reverberaciones, cuando hacemos alguna barrabasada de este tipo nos damos cuenta sólo andando el tiempo. El Mediterráneo va camino de ser un desierto, además de un basurero y un cementerio para los migrantes que se hunden en él. Es importante saber que los corales viven en simbiosis con algas que nos proporcionan oxígeno y la mitad del oxígeno del planeta proviene de los océanos. El biólogo Miguel Delibes, hijo del escritor Miguel Delibes, explicaba que con los ecosistemas pasa como cuando se te cae una pieza de la lavadora, y luego alguna más, pero no haces caso porque sigue funcionando. Un día se te para y llamas al técnico. Entonces te dice que si le hubieras llamado cuando se te cayó la primera pieza se podía haber reparado, pero que ya está muy dañada y es demasiado tarde. Lo asombroso aquí es que el Gobierno, que debe velar por los intereses generales y en consecuencia cuidar estos mecanismos naturales que producen riqueza para todos (la red de la vida que nos sostiene) es el responsable de que se vayan sacando todas las piezas, casi como si lo hiciera con su propia mano poderosa e invisible. Esto es peor que lo del hangar aeronáutico de la Universidad Rey Juan Carlos donde los gastos son públicos y los beneficios privados, lema del modelo económico de algunos. Aunque lo del hangar seguramente es delito y lo otro es legal porque en el segundo caso la ley está mal hecha.