El último verano
Quemar combustibles fósiles es quemar las naves y entrar en el futuro sin esperanza
Dice Santiago Niño-Becerra, nuestro economista favorito, que este es el último verano, como en la película de Jacques Rivette. Acaba de empezar y ya ... nos anuncian su final. Con mayor o menor contundencia, prudencia, inteligencia, son muchas las voces que hablan de «recesión», poniendo la vista en el otoño. El verano nos protege, la campaña turística está en auge. Mientras dure, será eterno. Eterno como la ciudad de Asgard, como las islas Afortunadas, como un arquetipo.
Dice Thomas Friedberger, director de inversiones de Tikehau Capital, que «no ve forma de evitar la recesión en Europa y Estados Unidos». En EE UU la Reserva Federal va retirando los estímulos a la economía. Es que esta había crecido, pero la inflación también. En Europa, el Banco Central ya está anunciando que deja de comprar deuda y que va a subir los tipos de interés. Es que la inflación da mucho miedo. Otro gestor de fondos, Ario Emami Nejad, ha dicho que si Rusia corta el gas a Europa, «la región se sumirá en una recesión». Lo del gas también da mucho miedo. Alemania y otros países adictos al gas ruso han decidido volver a quemar carbón. Esperemos que sea solo este año. Quemar carbón es pan para hoy y fuego para mañana, fuego como el que ha calcinado 30.000 hectáreas en la Sierra de la Culebra, como el que arde aún en los montes navarros. En esas zonas la campaña turística no vendrá en auxilio de nadie.
En la entrega de los premios Fronteras del Conocimiento, los paleoclimatólogos Ellen Mosley-Thomson y Lonnie Thomson explicaron que «aún estamos a tiempo para ralentizar e, idealmente, eliminar la amenaza global que plantea el cambio climático». No lo lograremos quemando carbón. Quemar combustibles fósiles es como quemar las naves y entrar en el árido futuro sin esperanza.
Dice Jose María O'Kean, otro economista mediático, que en 2009, como no había peseta que devaluar, la respuesta ante la crisis fue «devaluarnos a nosotros mismos». En quince años los salarios apenas han subido y por suerte los precios tampoco. Ahora que los precios no se pueden contener los salarios no llegan, las pymes no ganan ni para gastos. Ario Emami Nejad, a quien ya hemos citado, dice que si el BCE se empeña en acabar con la inflación retirando estímulos y encareciendo el dinero, lo único que logrará es más recesión, porque la mayor parte de la inflación, en Europa, se debe al encarecimiento de las materias primas y la energía. Como todos los economistas coinciden en que el otoño pinta mal, Isabel Díaz Ayuso ha decidido anunciar la catástrofe por su cuenta y echarle la culpa al Gobierno, que es lo que hace siempre la oposición. La población, en general, está decidida a fundirse los ahorros al calor del verano. Si es el último, bien merece la pena hacer de él una fiesta.
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