El jueves por la tarde llamé a unas amigas y me dijeron que iban camino de la playa de Plentzia. La verdad es que la ... temperatura era idónea para darse un baño; solo la luz, que declinaba, resultaba otoñal. Hemos vivido, en efecto, un largo y cálido verano. En el mes de abril ya me había bañado en el río de Delika. En primavera, alcanzamos temperaturas muy altas, y en verano -yo lo pasé en el sur- encadenamos olas de calor. Después llegó este otoño, más caluroso de lo normal.
Debo decir que, debido a una alergia que padezco, a mí me sienta mejor el calor que el frío, y que, además, me reconfortan los días luminosos. No me disgusta, en cierto modo, este mes de junio extemporáneo, pero pasa como con lo de engañar a la pareja: muy desagradable no será cuando constituye, desde antiguo, una práctica habitual; sin embargo, en todo momento sabemos que es algo que no está bien y que, tarde o temprano, nos ocasionará problemas.
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