La tragedia humana
¿Qué clase de mundo estamos creando a partir de una complejidad perniciosa?
La muerte de Álvaro Prieto nos enfrenta a la tragedia individual, a la muerte por absurdo, mientras Gaza es el escenario de la tragedia colectiva, ... del absurdo de la muerte y de la irracionalidad humana como energía que potencia los planes ordenados por la razón para alcanzar lo máximamente indeseable. Vamos a tener que volver a la literatura del absurdo y al existencialismo, porque el mundo nos grita con mucho espectáculo que somos seres para la muerte. Ahora bien, el existencialismo 'puesto al día' no tendrá (creo) esa piedra angular que tuvo en el siglo pasado: la libertad. Somos conscientes (más o menos conscientes) y la consciencia nos pone en el mundo, pero no somos libres. No decidimos libremente, y cuando tomamos una decisión, algo ahí afuera nos sale al encuentro y echa su cuarto a espadas en el camino, y de esa conversación entre la mente y el medio, entre el cerebro y el espacio sale el viaje, que es el destino.
En algún momento de su pequeño viaje entre Córdoba y Sevilla, Álvaro perdió el billete. Eso fue cuando se agotó la batería del móvil. Decidió con toda la fuerza de su voluntad volver a casa y coger ese tren, subirse a él como fuera, pero el mundo no pensó lo mismo y empezó a cambiarle la realidad cotidiana, predecible, amigable por una realidad hostil, desbaratada y siniestra en la que se fueron encadenando los obstáculos absurdos y las malas decisiones. En este punto hay que reflexionar mucho, porque parte de esa realidad la hemos creado y creamos cada día con nuestras acciones e interacciones (realidad social, realidad artificial).
¿Por qué no hubo una ayuda decisiva que pusiera a Álvaro en el camino de vuelta, mientras sí hubo barreras humanas, según parece implacables, que actuaron lo mismo que habría actuado un robot en la aplicación de las normas? ¿Qué clase de mundo estamos creando o nos están creando o se está creando a partir de una complejidad perniciosa?
La complejidad es también esa vasta red de conexiones, intereses, poderes, circunstancias, influencias, creencias, valores, condiciones, condicionamientos, emociones, circuitos, geoestrategia y economía que sostiene, ata y desata el conflicto entre Hamás y el Estado de Israel. Desde que nació en Europa, en el siglo XIX, el nacionalismo se ha extendido mucho y ha producido incalculables híbridos y mutaciones. El fanatismo nacionalista es terrible, pero es más terrible aún cuando se mezcla con el fanatismo religioso, y siempre lo hace en mayor o menor medida. Vean cómo se complican las cosas cuando tenemos dos oponentes cuyos argumentos se parecen a este diálogo que ha usado como ejemplo el analista internacional Gustavo Sierra. «Esta piedra es mía; me la dio Dios». Respuesta: «No, esta piedra es mía; me la dio Dios a mí». Puro teatro del absurdo.
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