La tapa del váter
En Osakidetza, lo valioso son sus profesionales, los uniformes de todos los colores
Hice referencia a que me fracturé un hombro. Me tuvieron que operar para colocarme una prótesis y en principio la cirugía salió bien. Pero a ... la hora de la revisión llegó la mala sorpresa de que había invadido la zona una extensa infección de origen bacteriano. Así que me toca pasar de nuevo por el quirófano. Es decir, que entre unas cosas y otras llevo un montón de días en el hospital de Basurto.
Vittorio de Sica consideró que 'El oro de Nápoles' son los napolitanos. En el caso de Osakidetza, más allá de sus problemas estructurales y de gestión, lo valioso son sus profesionales, todos ellos: desde los médicos hasta el personal de limpieza; los uniformes de todos los colores. Pero tirarte tiempo en el hospital te da para fijarte o sufrir o disfrutar de diversas curiosidades de mayor o menor importancia. Por ejemplo, comprendo que la comida en un hospital público no puede ser ninguna maravilla, pero de ahí a la baja calidad de lo que sirve la empresa de 'catering' que se ocupa del forrajeo de los sufridos pacientes... No es de recibo. Hay un pescado que se obstinan en servir una y otra vez bañado en una grasilla sospechosa que es malo como el sebo: la tilapia, que ni siquiera es buena en términos nutricionales.
Por supuesto, lo que importa es el valor médico del hospital, pero algunas sencillas cuestiones de mantenimiento serían fácilmente mejorables. En la anterior habitación en la que estuve, la puerta corredera del servicio habría necesitado una brigadilla de operarios para cerrarla y el reposapiés de la butaca se sostenía aún menos que mi brazo sin cabestrillo. En la habitación actual algún genio reparó la tapa del váter pegando la superficie de plástico. Cuando te sientas para las actividades pertinentes, la tapa se te queda pegada al culo y al levantarte te la llevas adosada. Las diez primeras veces me hizo gracia. Estoy convencido de que así seguirá la tapa, aunque he pedido que la reparen y que cuando me peguen fuego en el tanatorio lo harán con el inmundo adminículo adherido a mis pobres posaderas.
Menos gracia tienen las saturaciones y retrasos. Cuando me ingresaron por segunda vez para ir de nuevo a Gandarias, mi pabellón de traumatología, me vi obligado al paso previo por la sala de espera de urgencias: cuatro horas en un ambiente caluroso y atiborrado. Supe después que se debe a que muchos centros de atención primaria están cerrados en agosto. Del mismo modo, no es de recibo que el servicio de ambulancias para llevar enfermos de vuelta a sus domicilios tarde una media de ocho horas en cumplir su servicio. Pero bueno, cuidemos la sanidad pública. Es valiosa y vale la pena.
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