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Chotas y chivatos

Chotas y chivatos

La Gestapo no contaba con tantos agentes como se creía, empleaba delatores privados

Domingo, 16 de marzo 2025, 00:14

Chota no en sus acepciones de cantamañanas, pusilánime o torpe, sino en la de jerga carcelaria («Ese 'e' un 'shota' y una maricona mala; 'musho ... cuidao' con él»), cuyo significado es soplón, delator, chivato. Se supo tras la Segunda Guerra Mundial que la temible Gestapo no contaba con tantos agentes como se pensaba ni en Alemania ni en los países ocupados o colaboracionistas. Su eficacia como cazadores de judíos escondidos y de resistentes al nazismo estaba en buena parte basada en una numerosa nómina de delatores privados movidos por odio o por obtención de privilegios. Contaba con muchos en la propia Alemania, pero también, por ejemplo, en la Francia ocupada. Así lo reflejó Louis Malle con dos títulos memorables: la conmovedora 'Adiós, muchachos' y 'Lacombe, Lucien'. En ambas, los delatores franceses son unos palurdos resentidos por haber sufrido desprecios o ultrajes. En la primera, además aparece una despiadada harpía, una monja de la enfermería del colegio que delata con un repugnante disimulo al niño judío que intenta evitar que lo pillen metido en una cama y bien tapado.

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