Lunes
Es un lunes, obvio. Antes no me gustaban los lunes. O eso me parecía. No obstante, desde hace algunos años me encantan. Los lunes son ... muy conscientes del efecto que causan. Tienen una aspereza especial. Como si estuvieran orgullosos de ser duros. Y dado que además se acerca una borrasca por el noroeste, esta mañana en las calles no hay ni gato. Estamos Lutxo y yo solos. En la terraza del Torino. De vez en cuando pasa alguno en bicicleta. No gato, ser humano, quiero decir. Y entonces dice Lutxo, con voz pastosa, como regresando de una larga reflexión: la vida, ya sabemos lo que es. Y sí, está muy bien, Lutxo. Pero últimamente siempre dices lo mismo. Que la vida ya sabemos lo que es. Tanto si llueve, como si hace sol. Y me preocupa. Claro que todos sabemos ya cómo es la vida. O cómo era, al menos, hace no tanto. Porque ahora ya no es igual, le digo. Y añade: Siempre es igual. Y ¿cómo lo añade? Como si fuera Sloterdijk, ya sabes. Con autoridad. Así que le digo: Pero antes no había inteligencia artificial y la inteligencia artificial va a alterar la vida. Y ahí veo que titubea. O puede que no, farfulla a duras penas. ¿Que no? Te voy a decir una cosa, Lutxo, viejo cenutrio anhelante: algo han visto. Y no nos quieren decir qué es. Algo malo han tenido que ver. Que puede que sea la demolición del concepto de verdad, sin más. O puede que sea algo peor. Pero es la primera vez en la Historia, corrígeme si me equivoco, en la que salen los científicos a decir que les asusta lo que ven y que hay que parar, le digo. Y tenía que ser precisamente un lunes, dice él. Y sí. A lo mejor hay cosas que solo se pueden decir en lunes. O a lo peor, claro.
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