'Greed'

En fin, estamos ahí, un día más, Lutxo y yo en la terraza del Torino con nuestras cosas y de repente se van las nubes, sale el sol y pasa una chica en bicicleta chupeteando un helado. Así es la vida. Una chica que puede que tenga unos sesenta y tantos, más o menos. Encantadora en cualquier caso. Y exclama Lutxo: «La primavera es una maravilla, Ferdy». En fin, ahora, cuando se quiere poner estupendo, me llama Ferdy. Y sí, claro, es una maravilla. Es cierto. «Eres un soñador, Lutxo». No obstante, todos lo somos, me temo. A mí también me gusta la primavera, con sus más y sus menos, le digo. Y me suelta: «Pues, ahora que me llamas soñador, esta noche he soñado que Abascal era vicepresidente del Gobierno». Y se queda tan ancho.

De modo que cojo el vaso de café aguado con los hielos ya casi deshechos, lo sacudo un poco, le doy un último sorbito y me lo derramo tranquilamente por la cabeza. En plan ritual. Estoy en esa fase en la que ya empiezas a dar importancia a los rituales. Cada vez hago más rituales. Para serenarme, ya me entiendes. Y si no me entiendes ahora, no pasa nada. Ya me entenderás más adelante. Yo también he fumado en pipa de joven. Y me he puesto pañuelos en el cuello tratando de aferrarme a algo ilusorio como cualquier cenutrio del arte de vivir.

No obstante, respecto al expresionismo abstracto cada cual tiene su opinión. Y respecto al concreto también, claro. A unos les gusta y a otros no. A mí sí. Lo que quiero decir es que hablar de política no puede ser tabú porque es hablar de la sanidad pública. En muchas familias no se habla de política, lo sé. Pero la codicia de los monstruos codiciosos está ahí, ¿no? ¿Acaso no la sufrimos todos? Legislar contra ella es difícil porque los monstruos codiciosos cultivan legisladores. Y lo sabemos.

A medida que crece la información crece la desinformación. Y todo se puede negar si el que lo niega es muy poderoso y posee los medios. Ya hemos visto lo que han hecho los Sackler con el fentanilo. Y yo creo que puede pasar lo mismo con todo, Lutxo, le digo. Y me salta: «Esperemos que sea para bien».