La última publicación de Salman Rushdie después de recuperarse de una violenta agresión se llama 'Cuchillo'. El escritor británico de religión musulmana fue amenazado de ... muerte a través de una fatua (un pronunciamiento legal en el islam) emitida por el entonces ayatolá de Irán, Ruhollah Jomeiní, por su novela 'Los versos satánicos'. A raíz de esto se vio obligado a vivir escondido y rodeado de medidas de seguridad durante años. Salman, un año más tarde, hizo un comunicado público pidiendo perdón, pero Jomeiní no lo aceptó. Diez años después el Gobierno iraní retiró la fatua, aunque parte de los musulmanes no lo admitieron. Teólogos y predicadores discutieron alegando defectos de forma, pero lo que nunca se dijo es que la verdadera motivación de aquella fatua era política y no religiosa. Fue un golpe de efecto para renovar una Revolución Islámica que perdía fuerza.
Robert Fico, el primer ministro eslovaco, sufrió un intento de asesinato el miércoles del que aseguran va a recuperarse. Su agresor resulto ser un poeta de 71 años que, al parecer, se sentía traicionado por la confianza depositada en un político que cambio de parecer y tiene una controvertida trayectoria. Europa se rasga las vestiduras ante los signos de violencia política existentes y hablan de la fuerte polarización. El clima de tensión en un país dividido es un dardo contra la democracia; la historia está sembrada de contiendas que se incubaron con discursos de odio y mensajes populistas. Pero no echemos la culpa a los poetas, son los políticos los que deben comprender que el veneno administrado en pequeñas dosis acaba causando la muerte, sobre todo si hablamos de respeto.
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