En plural
Desde que llegó Milei al Gobierno de la nación argentina, los funcionarios se han puesto a revisar los bajos para saber lo que el abandono ... ha dejado a su suerte. En esta limpieza general, en los sótanos de la sede de la Corte Suprema de la Justicia se han encontrado doce cajas con material de propaganda y miles de libretas de afiliación al partido nazi de hace más de 80 años. Cuando la prensa se hizo eco del descubrimiento, a muchos argentinos, paraguayos o chilenos les temblaron las piernas temiendo encontrar el pasado de su abuelo, aquel viejito callado e inocente, entre el hallado tesoro.
La psicoanalista francesa Françoise Dolto ya advirtió de que lo que se calla en la primera generación, la segunda lo lleva en el cuerpo. El silencio que dejan los crímenes de guerra, los exterminios, las caprichosas matanzas de los dictadores, es un peso muerto al que a veces llamamos memoria histórica y otras, olvido. Igual que, muchos de nosotros, llevamos bajo la piel el recuerdo de lo vivido en los años en que el terrorismo de ETA nos quitó la respiración y la vida, Gaza, el exterminio organizado de los palestinos, la muerte por hambre o desnutrición, quedará en la memoria colectiva del pueblo elegido. No sé si es un consuelo o una constatación científica, pues a estas alturas de la vergüenza, nadie juzga a Netanyahu y tampoco a nosotros, pero quizás nuestros nietos descubran otras cajas y se pregunten la razón por la que, a pesar de que las pistas estaban por todas partes, ignoramos que los sádicos gobernantes a los que elegimos eran capaces de hacer tambalear los cimientos de la decencia. Ya no se puede hablar en singular, el relato debe escribirse en plural.
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