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Sábado, 17 de junio 2023, 23:41

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En las calas recoletas de las Baleares se encuentra, además de pequeños paraísos, a los viejos constructores del país, con sombrero de Panamá, en pelotas ... y con el asombro pintado en la mirada. Una fraternidad silenciosa hace que nos reconozcamos y entablemos una prudente conversación que después de dos baños se convierte en confesión intima. Entusiasmados por el reconocimiento, hablamos del carácter épico que de pronto ha alcanzado la política vecinal y de cómo se forman ejércitos dispuestos a respaldar a sus líderes, sin que hace unas semanas supieran sus nombres. Asentimos al ritmo de las olitas machaconas e inofensivas. Me cuentan que lo que percibimos aquí es apenas la punta del iceberg y que bajo este mar de reivindicaciones urgentes y profecías apocalípticas hay un territorio a punto de emerger.

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