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Cartas

Guardo una fascinación irredenta por esta poética cotidiana que hemos perdido

Hay cartas de amor de escritores que han sobrevivido al tiempo gracias a coleccionistas, fundaciones o bibliotecas en las que alguien consideró que una carta ... de amor era un tesoro. La era predigital estaba sembrada de esperas, secretos, cronología de amores prohibidos que el servicio de correos entregaba casi en mano antes de que los mensajes de texto y los mails acabaran con la magia de una esperada carta.

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Tengo que contarles que cuando encuentro una publicación de una correspondencia amorosa corro a comprarla. Pertenezco posiblemente a la última generación que habrá escrito y esperado cartas de amor. Por eso, quizás guardo una fascinación irredenta por esta poética cotidiana que hemos perdido. Ser testigo, casi 'voyeur', de la intimidad urgente que poseen las cartas de amor en las que casi puede verse su cronología es apasionante.

Como si uno siguiera un mapa en el que están marcadas las paradas, casi todas arrancan el camino en manos de la pasión y fugacidad del inicio. Algunas expresan la tortura del distanciamiento, la fantasía de un posible primer encuentro, la certeza de lo imposible y a veces, muchas veces, también la frustración, el agotamiento o el silencio durante años, hasta que uno de los amantes, que no ha olvidado, vuelve a enviar una carta describiendo una vida opaca pero tranquila, con un léxico de renuncia que te rompe el corazón.

En la mesilla tengo la correspondencia que hubo entre María Casares y Albert Camus. 865 cartas en doce años de una relación ininterrumpida, tormentosa e imposible. Se conocieron en París en el año 1944, ella tenía veintiún años y era hija de un ministro de la República exiliado en el país vecino. El escritor tenía treinta y estaba casado en segundas nupcias con Francine Faure, en ese momento separada de su marido a causa de la ocupación alemana. Durante unos meses vivieron su aventura pero se separaron con la liberación de París. En 1958 ambos se cruzan en el Boulevard Saint Germain y retoman la evidencia de su irresistible amor.

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Yo les pongo en antecedentes, pero la chicha está en esas cartas que una puede leer de corrido, entre líneas, o imaginar la naturaleza de un amor que les mantuvo libres y esclavos. No sé si contarles el final… Ahí va. Albert Camus murió en un accidente de coche con 46 años. Su amigo el poeta René Char se hizo con la correspondencia y se la entregó a María. Muchos años después la hija de Camus se las compró con la promesa de que verían la luz literaria.

Otro día les contaré lo romántico que se ponía Julio Cortázar cuando escribía a Edith Aron, la que le inspiró 'La maga' protagonista de 'Rayuela'.

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