El agobio
¿Soportaríamos a un Sánchez sintético, perfeccionado y aún más infalible?
Me estoy volviendo fatalista. Desde hace no mucho. Todavía estoy sorprendido. Antes no lo era, creo recordar. Aunque ya no recuerdo en qué demonios creía ... antes, claro. Pero ahora, el determinismo se nota mejor que nunca. Estamos cogiendo velocidad. Tú también lo notas, espero. Es decir, supongo.
El otro día pasé por delante de un hombre que estaba sentado en un banco, con el móvil, diciendo: «Quiero hablar con un ser humano, quiero hablar con un ser humano». A eso me refiero. Lo dijo varias veces. Lo gracioso es que intentaba vocalizar despacio, separando las sílabas, como las máquinas. Para que le entendieran. Como queriendo empatizar con ellas. En fin. No tenemos salvación, siento decirlo.
Luego, estaba adormilado en el sofá, justo después de comer, suena el teléfono y oigo unos ruiditos, unos crujidos de esos y al final una voz lejana, de acento difícil, pronunciando mi nombre de manera errónea. Alguien que intentaba venderme algo, ya sabes. Y puede que le contestara mal, no sé. Pero pensé: aquí tendrían que haber puesto a un robot al que no le afectaran las malas respuestas. Que seguro que las habrá, dada la pésima estrategia comercial de la entidad.
Pero bueno, en atención al cliente siempre te salen robots, eso sí. ¿Tú crees que habrá cada vez más o menos? Piensa lo que quieras. Judea Pearl no es un cualquiera, es una de las personas más inteligentes del mundo. Vale, todos nos hemos sentido alguna vez la persona más inteligente del mundo, pero lo de este genio es de verdad. Hace poco le preguntaron por los robots y dijo que los robots tendrán voluntad propia, hablarán entre ellos, sentirán deseos, distinguirán el bien del mal y se enamorarán. Y como el entrevistador debió de poner cara rara, añadió: «No sé qué le sorprende». A mí ya no me sorprende nada, me temo. Hasta dijo que jugarán al fútbol y que lo harán mejor. Los robots.
Lo que se le olvidó decir es que también tomarán las grandes decisiones y nos gobernarán mejor. Sin espacio para la discusión. Aunque, en realidad, lo dijo sin decirlo. No sé hasta dónde llegaremos, eso sí dijo el doctor Pearl. Y puede que exhibiera un poco ese, a veces, excesivo optimismo que suelen exhibir los científicos más vanguardistas. Pero claro, si no eres tan científico y ves el camino, o sea, la trayectoria que lleva esto, el mundo hacia el que vamos, ¿no empiezas ya a sentir el agobio?
Imagínate un Sánchez o un Urkullu sintéticos: androides utilitarios hiperrealistas perfeccionados, aún más infalibles y encantadores. ¿Lo soportaríamos? No sé. Que cada cual se conteste a sí mismo. Si puede, claro. Porque fácil no es.
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