En busca del test
Furgón de cola ·
Se confirma que el producto estrella de la Navidad es la prueba rápida de antígenosLa fórmula más sofisticada que se permite hoy la comunicación política consiste en repetir palabras. Es un caso de perversión retórica. Porque lo de «programa, ... programa, programa» aún tenía su intención y lo de «boys, boys, boys» se imponía por su propio peso gravitatorio. ¿Pero qué significa «vacunar, vacunar, vacunar» cuando la inmensa mayoría de la población lleva un año vacunándose con toda diligencia? Si la repetición innecesaria conduce al pleonasmo, la repetición imposible conduce a la melancolía. Lo comprobamos estos días. El ciudadano entra a la enésima farmacia pidiendo test, test, test y un farmacéutico a punto de enloquecer le responde que no es no.
Los test de antígenos son el producto estrella de la Navidad. Otros años lo fueron las angulas o el juguete deseadísimo por la infancia. Ahora se buscan con desesperación las cajitas con el hisopo, el tubito y lo demás. Aunque puede generar conductas irresponsables, el exceso chiflado de demanda tiene un fondo responsable. La gente quiere saber si tiene el virus para aislarse y no contagiar. Pero no puede averiguarlo de un modo sencillo porque hay desabastecimiento de un producto cuya necesidad era previsible. Luego al ciudadano se le exige responsabilidad y «cultura de los cuidados». Ese lema no han debido tirarlo por «cuidado, cuidado, cuidado» porque sonaría como un tema de Carlos Baute. Y, tras lo de la mascarilla en exteriores, el riesgo de que la gente se lo tome todo a broma no es desdeñable.
Volverá a suceder esta semana: la realidad conjurándose contra la reunión familiar y la más leve febrícula haciendo saltar las alarmas. Como la tranquilidad requiere de un test y estos escasean, se dan gabinetes de crisis donde el alto mando genealógico constata que disponen de pocas pruebas y de demasiados sobrinos. Si estos días usted ha tosido y nadie le ha ofrecido un test, sepa que ocupa un lugar bajo en lo que los expertos conocemos como escala zoológica intrafamiliar. Es probable que su familia política incluso valore la posibilidad de sacrificarle antes de Nochevieja. Para evitarle sufrimiento y para evitar sobre todo gastar esos dos test que hoy constituyen un tesoro familiar superior a las joyas de la abuela y el terrenito del pueblo pendiente de recalificar.
Elecciones
Más y peor
Se le atribuye a Cecil B. DeMille aquello de que una película debe comenzar con un terremoto y después ir hacia arriba. Y eso que DeMille en 'El rey de reyes' el terremoto lo dejó para el final. Cierto que habría sido raro empezar una película sobre Cristo con la crucifixión. En cualquier caso, es inevitable pensar en catástrofes naturales y calvarios al recordar que las elecciones convocadas en Castilla y León aceleran un ciclo electoral que continuará en Andalucía y se interpretará en todo momento en términos nacionales. Que los partidos se pongan en modo electoral implica apretar con la demagogia y el choque, o sea, con lo sencillo, y aparcar lo complicado, o sea, lo relacionado con acuerdos y reformas. ¿Cómo lo harán? Me refiero a acelerar en la dirección suicida. ¿Más aún? Además de funesto, puede ser ridículo. Como si Cecil B. DeMille mete a los del circo Ringling en el Gólgota por motivos de taquilla, o sea, electorales.
Vox
Venga apartheid
El mismo día que moría Desmond Tutu, Santiago Abascal se refería al pase covid como «pasaporte apartheid» y acusaba al Gobierno de algo así como pedirles el pasaporte a los españoles y no a los extranjeros que entran ilegalmente en el país. El problema de mezclar los asuntos así, de oído y a bulto, es que no cuentas con que el prójimo te lea en diagonal. Y ayer me pareció que el líder de Vox protestaba contra el apartheid y le exigía al Gobierno un pasaporte en condiciones para los extranjeros. Con esa energía suya, además. Menudo susto.
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