Aniversarios y expectativas estatutarias
No hay ningún motivo para que lo que fue posible entonces no pueda serlo hoy, cuando ya hay un camino rodado de cuatro décadas ininterrumpidas de autogobierno
El aniversario del Estatuto ha coincidido en esta ocasión con la precampaña de la próxima cita con las urnas el 10-N. No se trata ... de un aniversario cualquiera; se conmemora este año nada menos que cuatro décadas completas e ininterrumpidas de autogobierno estatutario, un periodo temporal lo suficientemente amplio como para conferir una significación especial a esta celebración. Por otra parte, las cercanas votaciones del 10-N también presentan esta vez características especiales, aunque solo sea por la proximidad temporal (poco más de seis meses) con las anteriores del 28-A y por la acumulación de procesos electorales. En cuatro años ha habido cuatro comicios generales, además de municipales, autonómicos y europeos.
El aniversario del Estatuto coincide también en esta ocasión con la fase final de los trabajos que viene realizando desde hace año y medio la comisión constituida en el Parlamento vasco para la actualización de nuestro autogobierno, lo que previsiblemente dará lugar a una reforma aún por determinar. Si bien el texto resultante de los trabajos de esta comisión deberá ser luego debatido de forma pública y, finalmente, aprobado en el correspondiente pleno parlamentario, ello no impide, o al menos no debería hacerlo, que todas las cuestiones relativas al autogobierno y, en su caso, a la reforma estatutaria sean también un elemento ineludible de la agenda política. Con mayor razón en un momento como el actual, en el que todas las formaciones políticas presentan sus opciones ante el electorado.
Hay que tener presente que las cámaras que salgan de estos comicios tendrán que examinar y pronunciarse, en su día, sobre el proyecto de actualización del autogobierno y la reforma estatutaria acordada por el Parlamento vasco, lo que aconseja no escamotear el tratamiento de estos temas. En este sentido, tanto el reciente aniversario estatutario como el proceso electoral en curso proporcionaban, en principio, una buena oportunidad para abordar el debate sobre estas cuestiones. Sin embargo, no parece que sean éstas las preocupaciones que centran la atención de los principales protagonistas de nuestro proceso político, cuya actitud ante el aniversario del texto de Gernika ha oscilado entre el desinterés por las cuestiones que hacen referencia específicamente a la actualización del autogobierno y, por otra parte y dada la proximidad de las elecciones, la utilización electoralista del Estatuto de Gernika como un elemento más de la trifulca política.
No resulta nada nuevo, por otra parte, esta instrumentalización del Estatuto como cancha de confrontación interpartidaria, lo que constituye desde hace tiempo una constante política que de forma intermitente aparece y desaparece según la coyuntura de cada momento. Así, hemos podido constatar con motivo del reciente aniversario cómo se siguen reproduciendo los tópicos más manidos sobre el Estatuto: desde la oposición a cualquier modificación del texto por el riesgo que ello pueda comportar para la unidad nacional (española en este caso) hasta quienes, desde posiciones antagónicas, abogan por la implantación de un modelo nuevo asentado en la soberanía nacional (vasca en este caso). No faltan, para completar el cuadro, quienes se afanan en autoerigirse como los principales garantes del Estatuto o quienes ven en él un vestigio caduco del 'régimen del 78'.
Frente a posiciones como las reseñadas, que son las que han polarizado (y siguen polarizando) las polémicas sobre el tema, conviene situar el Estatuto en el lugar que realmente tiene, que no es otro que el de ser la norma institucional básica del autogobierno de la nacionalidad vasca, según su propia autodefinición. Y, a partir de ahí, avanzar los criterios para su actualización, tanto por lo que se refiere a la delimitación del ámbito del autogobierno a día de hoy como por lo atañe a la organización de su sistema institucional, que son las materias objeto de la regulación del texto. No estaría de más que, aprovechando la próxima cita con las urnas (y el reciente aniversario estatutario), las formaciones políticas aclarasen su posición sobre estas cuestiones y sobre qué bases serían posibles los acuerdos interpartidarios sobre estas materias.
Un factor a tener en cuenta a la hora de abordar la actualización del autogobierno es el proceso en curso de recomposición del mapa político, que si bien aquí presenta características distintivas en relación con el que se está dando en el conjunto del mapa político español, incide también en nuestro sistema de partidos y, en consecuencia, en las expectativas de reformas estatutarias. En especial, por lo que se refiere a la renovación del necesario consenso o, al menos, a un grado de acuerdo muy amplio que debe existir en relación con cualquier operación de reforma estatutaria. No cabe duda de que una operación de este tipo va a ser más complicada en un mapa político en proceso de recomposición, aún no finalizado, que en un marco partidario asentado establemente.
Aprovechando la reciente rememoración del aniversario estatutario, no está de más recordar que hace cuarenta años, en unas circunstancias que no eran precisamente las más fáciles, fue posible llegar a un amplio acuerdo político para aprobar el texto fundacional de nuestro autogobierno. No hay ningún motivo para que lo que fue posible entonces no pueda serlo hoy, cuando ya hay un camino rodado de cuatro décadas ininterrumpidas de autogobierno. Porque los aniversarios no sirven solo para celebrar el camino ya recorrido, que también, sino para afrontar el que hay que seguir recorriendo... sin perderse en él. Lo que exige, al menos, ponerse de acuerdo sobre el rumbo a seguir, como hicieron los que hace cuarenta años fueron capaces de llegar a un consenso sobre el Estatuto que acaba de cumplir sus primeros cuarenta años de vida.
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