Los acontecimientos

Los doctores agrupados en un «Foro de Médicos Especialistas», muchos de ellos al parecer jefes de servicio, también parecen optar por esa mezcla de ampulosidad y balones fuera que conforma el dialecto político cuando aseguran que los cambios en la selección de personal en Osakidetza deben darse «de la mano de la sociedad». Es una idea irreprochable. No quiere decir nada. Lo mismo que el apoyo de los demócratas del chaval que ha suspendido las matemáticas.

Lo que igual sí quiere decir algo, y desde luego resulta abrumador, es que los especialistas invoquen también al fantasma del desprestigio de Osakidetza. Es un argumento inconsistente. Y, a fuerza de insistir con él, termina funcionando justo al revés:resaltando la escasa energía, la inexistente indignación que ha mostrado Osakidetza a la hora de defender su prestigio.

Sí acierta la plataforma de médicos especialistas al recordar la presunción de inocencia de los doctores que están siendo investigados. Es algo que sin duda se olvida con frecuencia. Se diría, sin embargo, que las tintas no se están cargando socialmente contra los jefes de servicio acusados de filtrar exámenes, al darse por hecho que lo sucedido tiene que ver con algo mucho más generalizado y endémico. «Se veía venir», dijo en junio el Sindicato Médico de Euskadi, reconociendo que ya habían denunciado chivatazos en 2011. Debió de faltar entonces, por lo que fuese, la voluntad expresa de emprender reformas en positivo.